“Argentina, a merced de la bandera estadounidense”: los riesgos de la sumisión del gobierno a EE.UU.
El gobierno de Javier Milei expone nuevamente la vulnerabilidad de la Argentina frente a intereses externos: acepta la “ayuda” de Estados Unidos sin claridad sobre las condiciones, poniendo en riesgo la soberanía nacional y comprometiendo recursos estratégicos del país. Una sumisión peligrosa que convierte al país en una especie de estrella más en la bandera estadounidense, mientras la crisis económica se profundiza y el plan Milei-Caputo queda cada vez más en evidencia.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Domínguez
9/22/20253 min read


El gobierno de Javier Milei atraviesa un momento crítico, y no solo por la inestabilidad económica que golpea a la sociedad todos los días. Las recientes declaraciones del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, han encendido una alarma que debería preocupar a cualquier ciudadano. En un mensaje difundido por redes, Bessent aseguró estar “dispuesto a hacer lo necesario” para ayudar al gobierno argentino a sostenerse en medio de la crisis, mencionando herramientas como swap de monedas, compras directas de divisas y adquisición de deuda pública denominada en dólares. “Todas las opciones para la estabilización están sobre la mesa”, sentenció.
A simple vista, puede parecer un gesto de respaldo amistoso entre aliados. Pero no lo es. Esta supuesta “ayuda” no llega gratis. Cada dólar que el gobierno recibe del Tesoro estadounidense implica compromisos que aún no se conocen, pero que podrían hipotecar los recursos estratégicos del país: Vaca Muerta, las centrales nucleares, la Patagonia… cualquier activo de valor que Estados Unidos considere prioritario podría estar en juego. En otras palabras, Milei y su administración parecen dispuestos a convertir a Argentina en “una estrella más en la bandera estadounidense”, entregando soberanía a cambio de oxígeno financiero temporal.
La imprudencia de esta estrategia no puede subestimarse. El plan económico de Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, ya se encuentra dinamitado. El Banco Central ha quemado millones de dólares de los acuerdos internacionales intentando sostener un esquema de bandas cambiarias que no funciona, mientras el Riesgo País y el precio del dólar muestran que los mercados no creen en la estabilidad del gobierno. En este contexto, depender de préstamos o asistencia financiera extranjera sin claridad sobre las condiciones es, como mínimo, un acto de irresponsabilidad mayúscula.
No se trata solo de números: detrás de estos acuerdos pueden existir exigencias que comprometan la autonomía de decisiones del país. Cada recurso estratégico que se ponga como garantía equivale a un pedazo de soberanía entregado. La historia reciente demuestra que Estados Unidos nunca actúa por amistad. Su apoyo siempre tiene un precio, y confiar en la “amistad” de Trump o en la buena voluntad de un funcionario como Bessent es ingenuo y peligroso.
El gobierno de Milei insiste en mostrar estas negociaciones como un triunfo personal, una prueba de la supuesta influencia internacional que tendría la relación con Trump. Sin embargo, lo que está en juego es el futuro económico y político de millones de argentinos. Cada préstamo, cada swap de divisas o compra de deuda, implica comprometer decisiones estratégicas y depender de criterios que no están diseñados para proteger los intereses nacionales, sino para garantizar la seguridad financiera de un país externo.
El mensaje es claro: este no es un gesto de solidaridad, sino una maniobra de rescate con condiciones implícitas que aún no se han hecho públicas. Y mientras tanto, el gobierno argentino exhibe fragilidad y dependencia, incapaz de generar un plan económico autónomo que proteja a sus ciudadanos. La indignación debe ser la reacción natural frente a esta dinámica: la soberanía no se negocia como si fuera un préstamo cualquiera.
En conclusión, las declaraciones de Scott Bessent son un recordatorio brutal de que Argentina no puede ni debe poner su futuro en manos de potencias extranjeras a cambio de asistencia financiera. Lo que el gobierno de Milei presenta como “ayuda” es en realidad un riesgo enorme: hipotecar recursos estratégicos, ceder soberanía y exponer al país a decisiones que no tomaría de forma autónoma. La advertencia es simple, y la indignación inevitable: depender de Estados Unidos para sostener un gobierno inestable no es una opción, es una trampa que puede comprometer la Argentina por generaciones.
Este es un momento en el que la precaución, la vigilancia ciudadana y la crítica activa deben imponerse frente a un Ejecutivo que parece dispuesto a cualquier cosa con tal de sostener un plan que ya se desmorona, aunque eso implique entregar el futuro del país.