Argentina bajo el mar: cuando la ciencia emociona y nos recuerda quiénes somos
Una expedición del CONICET al cañón submarino de Mar del Plata captó imágenes inéditas del fondo marino argentino que emocionaron al país. Transmitidas en vivo por YouTube, revelaron una biodiversidad asombrosa y encendieron el orgullo por la ciencia argentina. Mientras el gobierno de Milei desfinancia el conocimiento, estas misiones demuestran el valor irremplazable de lo que él desprecia. Ciencia, belleza y soberanía bajo el mar.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Domínguez
7/31/20252 min read


Mientras buena parte del país está sumido en debates sobre recortes, ajustes y promesas de un futuro que nunca llega, una transmisión en vivo desde las profundidades del Océano Atlántico logró lo impensado: unir a miles de personas frente a una pantalla para maravillarse con la vida que late a casi 4.000 metros de profundidad. No fue un reality show ni un nuevo hit viral. Fue ciencia. Fue Argentina. Fue el CONICET.
La campaña “Talud Continental IV”, impulsada por instituciones científicas nacionales y encabezada por el CONICET, está llevando adelante una expedición sin precedentes en el cañón submarino de Mar del Plata. Gracias a la colaboración con el Schmidt Ocean Institute y el uso del robot submarino SuBastian, esta misión transmite en tiempo real, vía YouTube, un espectáculo tan fascinante como inédito: la biodiversidad oculta en el lecho marino argentino.
Estrellas de mar de formas surrealistas, corales de aguas frías, crustáceos, peces abisales y criaturas que parecen salidas de un cuento de ciencia ficción surgen ante nuestros ojos como si fueran los verdaderos tesoros de nuestra soberanía marítima. Algunos usuarios las bautizan con cariño: "la estrella culona", “Batatita”, “Patricio Estrella”. Y lo hacen con la ternura y el asombro que despierta lo genuinamente bello, lo inexplorado, lo que nos conecta con algo mayor.
La transmisión, que ya fue vista por cientos de miles de personas, generó un fenómeno inesperado: entusiasmo colectivo, orgullo, curiosidad y emoción por una hazaña científica que demuestra lo que puede lograr el conocimiento cuando está al servicio del bien común. No es casual: el área explorada, situada entre las corrientes cálidas del Brasil y las frías de Malvinas, es una zona de altísima biodiversidad y relevancia ambiental. Pero también es un recordatorio simbólico de que aún en las profundidades, Argentina tiene mucho que mostrar.
Y ahí está el punto clave. Porque este hito no sólo es una proeza tecnológica —un salto respecto a las campañas anteriores de 2012 y 2013—, sino una afirmación contundente del valor de la ciencia pública, nacional y comprometida. De nuestras universidades, de nuestros institutos, de nuestras y nuestros científicos. Del CONICET.
En un contexto donde se nos quiere convencer de que “todo lo estatal es ineficiente” y donde el presidente Javier Milei desprecia sistemáticamente a la ciencia argentina, llama “nido de ñoquis” al CONICET y lo desfinancia con saña, esta expedición funciona como una cachetada de realidad. Porque mientras desde Casa Rosada vociferan “motosierra”, desde las profundidades del mar argentino se graba historia.
Con una cámara, un robot, un buque y un puñado de investigadores apasionados, el país entero se detuvo a ver cómo la ciencia puede emocionar. Cómo el conocimiento construye sentido de pertenencia. Cómo lo aparentemente pequeño —una estrella de mar morada— puede ser más poderoso que cualquier discurso de odio.
Tal vez por eso molesta tanto. Porque estas imágenes conmueven, inspiran, enseñan. Porque estas investigaciones no sólo generan papers, sino comunidad. Y porque demuestran que cuando hay Estado, hay futuro.
Mientras Milei recorta, la ciencia argentina florece en el fondo del mar. Y lo ve todo el mundo.