Argentina en la lista negra de Irán: Milei juega con fuego y expone al país a un conflicto que no le pertenece

Argentina fue incluida en la lista de enemigos de Irán tras el respaldo de Javier Milei a los bombardeos de Israel. Un giro diplomático peligroso, impulsado por un fanatismo ideológico sin mandato popular, que deja al país expuesto a represalias.

POLITICA NACIONAL

Por Julián Pereyra

7/17/20253 min read

La noticia llegó sin demasiada sorpresa, pero con una gravedad que no puede subestimarse: Irán incorporó oficialmente a la Argentina en su lista de países enemigos. La causa: el respaldo explícito del presidente Javier Milei a los bombardeos del gobierno israelí sobre territorio iraní en junio de 2025. Una decisión diplomática que no fue debatida ni consensuada en el Congreso, ni discutida en el plano público, pero que cambia radicalmente la posición histórica de la Argentina en el tablero internacional.

La inclusión de nuestro país en ese informe —presentado por Irán ante las Naciones Unidas— no fue un error de interpretación ni una exageración mediática. Allí, Irán menciona con nombre y apellido a Javier Milei como uno de los cuatro líderes mundiales que justificaron y celebraron el ataque israelí, junto con sus homólogos de Canadá, Paraguay y República Checa. La lista es tan corta como reveladora: Argentina se sumó a una guerra ajena por decisión unilateral del presidente.

Milei no solo respaldó el ataque, sino que lo hizo con entusiasmo. Declaró que “Irán es enemigo de Argentina”, ignorando décadas de neutralidad estratégica, las complejidades del conflicto en Medio Oriente y, sobre todo, el mandato que la sociedad argentina jamás le dio: el de poner al país en la mira de una posible represalia internacional.

El riesgo no es hipotético

Es cierto que no hay una amenaza militar directa por parte de Irán. Nadie espera que Teherán dispare misiles sobre Buenos Aires. Pero el riesgo más grave proviene de otra parte: grupos extremistas o células dormidas que podrían actuar en nombre de una venganza simbólica o política. No es paranoia: Argentina ya sabe lo que eso significa. Lo vivió en carne propia con los atentados a la Embajada de Israel en 1992 y a la AMIA en 1994.

Y este giro diplomático irresponsable ocurre, justamente, en la antesala de una fecha sensible: el aniversario del atentado a la AMIA, el próximo 18 de julio. Además, se da en un contexto de tensión creciente por la decisión judicial de avanzar con un juicio en ausencia contra exfuncionarios iraníes por ese mismo atentado. La combinación es explosiva, y lo que antes era un riesgo latente hoy se convierte en una exposición geopolítica innecesaria, peligrosa y autoinfligida.

¿Quién pidió esto?

Nadie. Nadie en Argentina votó para que el país se convierta en un actor beligerante en el conflicto Israel-Irán. Nadie pidió romper con la tradición diplomática que siempre buscó la prudencia, el equilibrio y la paz. Nadie pidió enemistarse con una potencia de Medio Oriente que, más allá de las críticas legítimas que puedan hacerse, hoy nos identifica como un objetivo.

Esta decisión es 100% responsabilidad de Javier Milei, que actuó por convicción ideológica, por fanatismo mesiánico o por necesidad de complacer a sus referentes externos. Sea cual sea el motivo, lo hizo sin consultar a nadie, sin medir consecuencias y sin pensar en el pueblo argentino, que es quien pagará los platos rotos si algo llega a pasar.

Cuando el capricho se convierte en peligro

La política exterior no puede manejarse como una cuenta de Twitter. No se juega con la seguridad nacional para recibir aplausos en foros internacionales o en medios de comunicación afines. Hoy, Argentina está más expuesta que nunca, y no por sus intereses estratégicos, sino por el capricho de un presidente que confunde el Estado con su militancia.

Si algo llegara a ocurrir —una amenaza, un atentado, una represalia—, no habrá dudas sobre quién es el responsable. La sangre no la pondrá Milei, la pondrá el pueblo argentino, arrastrado sin razón a una guerra que no nos pertenece, por un gobierno que ni siquiera se detiene a explicar sus decisiones.

No hay excusas. Solo consecuencias.

Esta es la realidad. Y por más que desde Casa Rosada se intente instalar que “estamos del lado correcto de la historia”, lo único cierto es que ahora estamos del lado peligroso de un conflicto internacional. Y nadie, absolutamente nadie, pidió eso.

La Argentina de Milei dejó de ser neutral. Hoy es enemiga para Irán. Y lo es por decisión de un solo hombre. Las consecuencias de este delirio diplomático pueden ser tan graves como imprevisibles. Nadie pidió estar del lado de esta guerra. Pero ya estamos ahí. Y si pasa algo, ya sabemos quién tiene que responder.