Argentina en Ruinas: Una inflación maquillada a costa de pobreza y destrucción social
Mientras el gobierno celebra una inflación del 2,7%, la realidad económica de las familias argentinas es devastadora: el costo de vida mensual para una familia tipo roza el millón de pesos, con jubilaciones insuficientes y salarios devaluados. Este “éxito” inflacionario no es más que el resultado de ajustes profundos que desfinanciaron salud, educación, y dejaron a miles en la pobreza y la indigencia.
POLITICA NACIONAL
Por Armando Ramirez
11/12/20242 min read
El gobierno celebra una inflación mensual de 2,7% en octubre como si fuera un gran logro. Sin embargo, los datos crudos y la realidad que enfrentan millones de familias en Argentina exponen un panorama de devastación. La inflación acumulada en lo que va del año se encuentra en un 107%, y la interanual alcanzó un brutal 193%, según el INDEC. En tanto, los servicios básicos y sectores como la salud subieron por encima del promedio, con un 5,4% y 3,6% respectivamente. La inflación apenas contenida por la “timba” financiera de Luis Caputo se ha logrado a un costo altísimo: cierre de pymes, destrucción de la industria, precarización laboral, y un aumento devastador en la pobreza e indigencia.
Mientras el gobierno festeja cifras de inflación a fuerza de parches financieros, el país se encamina cada vez más hacia una situación de insostenibilidad para los hogares argentinos. Según el último informe, una familia tipo necesita casi un millón de pesos al mes, $986.586,32, solo para subsistir. Esta cifra aplasta cualquier posibilidad de un bienestar mínimo y deja a los sectores más vulnerables en una lucha diaria por sobrevivir. Los jubilados, quienes ya han sido relegados y olvidados, apenas perciben ingresos que ni de cerca cubren las necesidades básicas, mientras el poder adquisitivo de la mayoría se licúa ante precios que aumentan sin freno.
A lo largo de estos meses, el gobierno ha priorizado la reducción de la inflación en cifras aparentes, pero el precio ha sido la caída estrepitosa del bienestar social. La eliminación de subsidios ha encarecido la vida para la clase media y baja, quienes ahora enfrentan tarifas y costos altísimos en servicios esenciales. La licuación de salarios y la falta de políticas de protección industrial han dejado un país debilitado y cada vez más caro para el ciudadano común.
En esta Argentina, la realidad se vive en carne propia: no hay nada que festejar. El costo de los combustibles ha subido más del 4%, la carne un 10%, y en los supermercados los precios aumentan mensualmente alrededor de un 5%, poniendo una presión constante en los hogares. Los funcionarios pueden celebrar sus cifras y hablar de estabilidad, pero en la calle, para las familias argentinas, esta realidad maquillada está lejos de ofrecer alivio. La “estabilidad” de la que hablan desde el gobierno ha dejado una estela de pobreza y desesperanza, y la Argentina, hoy más que nunca, parece encaminarse hacia un abismo económico y social.