Bahía Blanca bajo el agua: tristeza y abandono en medio del desastre
Bahía Blanca está viviendo una nueva tragedia debido a un temporal devastador que ha dejado la ciudad sumergida bajo el agua. Las inundaciones afectaron viviendas, comercios y hasta el Hospital Penna, donde tuvieron que evacuar a bebés recién nacidos. Lo más angustiante es la falta de respuesta del gobierno nacional. El presidente Javier Milei, que ya había dejado a los bahienses solos el año pasado, ha vuelto a mostrar indiferencia ante la emergencia, repitiendo la misma actitud de abandono. Mientras los vecinos luchan para salvar lo que pueden, el gobierno se desentiende de la tragedia, dejando a la ciudad a su suerte una vez más.
POLITICA NACIONAL
Por Julian Pereyra
3/7/20253 min read


Bahía Blanca está viviendo nuevamente una tragedia. Un temporal devastador ha golpeado a la ciudad, inundando sus calles, casas y comercios, y dejando a cientos de familias evacuadas. El impacto de la tormenta no solo ha causado estragos en la vida cotidiana, sino que también ha dejado en evidencia la falta de respuesta de las autoridades ante una emergencia de esta magnitud. La situación es crítica, tanto en lo material como en lo humano, y lo más desgarrador de todo es ver cómo, una vez más, los bahienses son abandonados por quienes deberían velar por su bienestar.
Uno de los momentos más estremecedores de esta catástrofe ocurrió en el Hospital Penna, donde las inundaciones alcanzaron áreas tan sensibles como Neonatología. Bebés recién nacidos y madres debieron ser evacuados de urgencia, trasladados a pisos superiores del hospital y, en algunos casos, a otros centros asistenciales, que también colapsaron bajo la presión del desastre. Ver a esos pequeños, que deberían estar bajo el cuidado de su familia y médicos en un ambiente seguro, siendo trasladados a toda prisa es una imagen que conmueve y deja claro el nivel de gravedad de la situación.
Sin embargo, la tristeza y la impotencia no terminan ahí. En medio de esta tragedia, lo que más duele es la falta de respuesta y el abandono por parte de la Nación. Recordemos que el año pasado, frente a un panorama similar, el presidente Javier Milei les dijo a los bahienses que se "arreglaran solos", que el gobierno nacional no iba a brindarles ayuda. En ese momento, mientras las familias luchaban por mantener sus hogares a flote, el mandatario cerró los ojos ante el dolor de una ciudad que pedía auxilio.
Hoy, con las mismas escenas de desesperación y la ciudad bajo el agua, nos encontramos nuevamente con la indiferencia de un gobierno que se muestra ausente. ¿Dónde está Milei ahora? ¿Dónde están las ayudas federales que deberían estar llegando a los afectados? ¿Acaso nuevamente les dirá a los bahienses que se las arreglen como puedan, como lo hizo el año pasado? La verdad es que es insoportable ver cómo un presidente puede mirar para otro lado mientras su país se desangra bajo un temporal.
Las calles de Bahía Blanca están sumidas en el agua, y los esfuerzos de los bomberos, la policía y los vecinos por salvar lo que pueden no son suficientes frente a la magnitud del desastre. El hospital, los barrios periféricos, y los comercios no resisten el peso de las lluvias que siguen cayendo, y la angustia crece con cada hora que pasa. Mientras tanto, el gobierno parece no entender la urgencia. La gente se pregunta: ¿hasta cuándo nos van a dejar solos? ¿Hasta cuándo vamos a ser tratados como si nuestras vidas no importaran?
Es desolador ver cómo una vez más la historia se repite. Bahía Blanca, una ciudad que sufre y se esfuerza por salir adelante, queda otra vez en el olvido de un gobierno que no entiende la responsabilidad que tiene ante sus ciudadanos. El presidente no está para liderar en momentos como este, no está para brindar apoyo a quienes más lo necesitan. Nos ha demostrado que no hay compasión ni compromiso, solo excusas y evasivas. Y eso es lo más triste: una vez más, los bahienses tienen que levantarse por su cuenta, sin la ayuda que les corresponde.
El impacto de este temporal es mucho más que un desastre natural: es una prueba de la inoperancia de un gobierno que prefiere mirar hacia otro lado antes que dar la cara ante sus ciudadanos. Si algo quedó claro, es que Bahía Blanca, como el resto de Argentina, sigue sola ante la adversidad. La indiferencia de los que gobiernan ha dejado a esta ciudad, una vez más, en la más absoluta soledad.
Es hora de que se termine con esta farsa de que las comunidades tienen que "arreglárselas solas". Es hora de que los bahienses, y todos los argentinos, reciban el apoyo que merecen en momentos como este. El país no puede seguir adelante si no se asume la responsabilidad de cuidar a todos sus habitantes, sin distinciones ni excusas. Y hasta que eso suceda, la tragedia de Bahía Blanca no será solo una cuestión de lluvia y viento, sino también el reflejo de un gobierno que ha fallado en lo más básico: estar presente cuando más se lo necesita.