Causa Vialidad: Van a condenar a alguien inocente y a legalizar la persecución política en Argentina

Hoy podría concretarse uno de los actos más oscuros de la democracia argentina: la Corte Suprema se apresta a confirmar una condena sin pruebas contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad. Un fallo que no busca justicia, sino venganza. La sentencia a una dirigente inocente, perseguida por su rol opositor y por atreverse a enfrentar al poder económico, mediático y judicial. Lo que está en juego no es solo la libertad de Cristina, sino el mensaje aterrador que esto deja: que cualquiera que se oponga al régimen de Milei y al relato hegemónico puede terminar tras las rejas. Una página triste, escrita a pedido del Grupo Clarín, los odiadores seriales y un poder judicial arrodillado. Si esto se consuma, no ganará la verdad: ganará el odio, la revancha de los que nunca soportaron que los pobres llegaran a la Rosada.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

6/10/20253 min read

Hoy puede quedar escrita una de las páginas más oscuras de la historia democrática argentina. La Corte Suprema está por emitir un fallo en la causa Vialidad que podría significar la condena a prisión de la ex presidenta y vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, una mujer que representa a millones, una figura central en la historia política del país, y, lo más importante, una persona inocente.

Sí, inocente. Porque no hay una sola prueba concreta que la vincule con los delitos que se le intentan adjudicar. Porque hasta el propio ministro de Justicia de Javier Milei, Mariano Cúneo Libarona, quien hoy forma parte de un gobierno que sueña con ver a Cristina tras las rejas, reconoció públicamente que la causa no tiene sustento probatorio. Lo dijo con claridad en su momento: “No hay elementos suficientes para condenar a Cristina Fernández de Kirchner”. Pero hoy, ese mismo aparato judicial, con la complicidad de jueces que hace rato abandonaron el camino de la ley para abrazar el de la obediencia política, está por consumar un hecho gravísimo: sentenciar a una líder política sin pruebas, por orden del poder real.

Porque no nos engañemos. Esta no es una causa judicial. Es una operación política. El expediente estuvo cajoneado durante meses. Dormía tranquilo en los escritorios judiciales hasta que Cristina anunció su candidatura en la Tercera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires. Ahí, como por arte de magia, el expediente cobró vida, se aceleró, y todo empezó a moverse a una velocidad insólita, como si alguien hubiese apretado el botón rojo del apuro. ¿Coincidencia? No. Causalidad pura. Lo que está en juego no es la legalidad, es la política. No buscan justicia, buscan disciplinamiento.

Y si logran su objetivo, si esta tarde confirman la condena, lo que quedará en la historia no es el castigo a una culpable, sino la infamia de tres jueces que condenaron a una inocente. Que sentaron un precedente peligrosísimo para nuestra democracia: el de que cualquier dirigente que se anime a desafiar al poder económico y mediático, puede terminar tras las rejas sin pruebas, sólo por voluntad del gobierno de turno y el deseo del Grupo Clarín.

Porque seamos claros: esto es lo que quisieron siempre. Los medios hegemónicos, Clarín a la cabeza, junto a sus periodistas serviles, construyeron durante años un relato de odio, de difamación constante, de fake news y operaciones mediáticas sin descanso. Generaron un clima social en el que una parte de la población terminó repitiendo como loro lo que escuchaba cada noche en la televisión: que Cristina es culpable, que es chorra, que se tiene que ir presa. Todo eso sin una sola prueba firme. Una cacería sostenida, planificada, ejecutada con precisión quirúrgica. Y ahora, están a punto de concretar ese objetivo.

Pero no se engañen: esto no es justicia, es venganza. No es el triunfo del Estado de Derecho, es la victoria del poder mediático, económico y judicial que busca arrasar con toda voz disidente. Y el mensaje es clarísimo: si te oponés, si levantás la voz, si construís una alternativa popular, te vamos a perseguir hasta destruirte.

Si hoy condenan a Cristina, no va a cambiar la realidad que nos duele todos los días. Como bien dijo ella: "Meterme presa no va a solucionar el hambre ni la miseria que estamos viviendo por el ajuste inhumano de Milei". No va a devolverle el trabajo al que lo perdió, ni los medicamentos al jubilado, ni la comida al pibe que se va a dormir con la panza vacía. Pero sí va a marcar un antes y un después. Un punto de quiebre. Una mancha para siempre en la credibilidad del Poder Judicial argentino.

La historia los va a juzgar, sí. Y lo hará con dureza. Porque nunca es tarde para recordar que no hay democracia posible cuando se persigue judicialmente a los opositores, cuando se manipulan las causas, cuando se condena sin pruebas, y cuando se hace del odio un proyecto político.

Hoy, más que nunca, condenar a Cristina es condenar a la democracia.