Cierra la residencia de pediatría del Garrahan: cuando el odio a lo público se convierte en política de Estado

El gobierno de Javier Milei cerró la residencia de pediatría del Hospital Garrahan, una de las más prestigiosas del país, y convirtió todas las residencias nacionales en becas precarias sin derechos laborales. Mientras dice que "no hay plata" para la salud, destina miles de dólares a streamings oficialistas y tuiteros pagos. Una radiografía brutal del desprecio por lo público y los más vulnerables.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

7/2/20253 min read

El gobierno de Javier Milei acaba de cruzar una línea que debería sacudir hasta al más indiferente: cerró la residencia de pediatría del Hospital Garrahan, una de las más prestigiosas del país. No contentos con eso, convirtieron todas las residencias de hospitales nacionales en “becas” precarizadas, recortando derechos laborales básicos: sin obra social, sin aportes jubilatorios, sin aguinaldo, sin licencias, sin estabilidad. Una precarización total, disfrazada de “reforma”.

Y lo hicieron por la puerta de atrás, como quien sabe que lo que está haciendo es moral y socialmente indefendible. Porque esto no es un error técnico ni un mal cálculo presupuestario: es una decisión política. Es el resultado directo de un modelo de gobierno que odia lo público, que desprecia la salud, la educación, el trabajo, la dignidad. Que gobierna con crueldad y cinismo.

Desmantelar la salud pública no es eficiencia: es abandono

No estamos hablando de un hospital cualquiera. El Garrahan es referencia nacional e internacional en pediatría, oncología infantil, cardiopatías congénitas, trasplantes. Allí se atienden los chicos más vulnerables del país, muchos de los cuales llegan derivados desde provincias sin infraestructura sanitaria. Y, como bien señalan los propios médicos: sin residentes, el Garrahan no funciona.

Los médicos y médicas en formación no son estudiantes que “van a aprender”: son fuerza laboral clave, sostienen guardias interminables, tienen responsabilidad clínica, se forman salvando vidas. Y ahora el gobierno les paga con un “estipendio” en negro. Sin derechos. Sin futuro. Como si cuatro años de formación intensiva se pudieran pagar con “el prestigio del sello Garrahan”. Como si los alquileres, la comida o la salud pudieran pagarse con una palmadita en la espalda.

Y mientras tanto, el sector ambulatorio del hospital no tiene calefacción, y deben pedirle a los pacientes que traigan frazadas para resistir el frío. ¿Esa es la eficiencia que prometían? No. Eso es ajuste criminal.

¿No hay plata? Mentira. Hay plata, pero no para vos

Milei repite como un mantra: “No hay plata”. Pero eso es falso. Sí hay plata. Pero no para Bahía Blanca, no para los jubilados, no para los médicos, no para los pibes. Hay plata para otras prioridades.

Hay 40.000 dólares al mes para sostener un canal de streaming oficialista como Carajo, el del “Gordo Dan”, un influencer libertario devenido en vocero del odio y la propaganda. Hay millones para pagar a un ejército de tuiteros pagos, trolls con recursos estatales para militar la motosierra digital.

Entonces, que no se atrevan a decirnos que el cierre de residencias es por “falta de recursos”. Esto es una decisión deliberada para destruir el sistema de salud pública.

Milei vino a combatir a la casta… y resultó que eran los nenes con cáncer

Javier Milei llegó a la presidencia prometiendo que venía a destruir a la “casta”. Pero ahora queda claro quiénes eran, para él, esa casta impune, privilegiada y peligrosa: los chicos con cáncer, sus médicos, los hospitales que los atienden. Eso es lo que vino a desmantelar. Con motosierra, sin anestesia, sin alma.

Mientras los niños más enfermos del país se quedan sin atención, el presidente delira en Twitter, arma canales de streaming, recorta becas, abandona hospitales y construye un país solo para sus fanáticos, sus socios internacionales y su ego desbocado.

Y mientras eso pasa, los médicos del Garrahan renuncian en masa. Van 210 en lo que va del año. ¿Y qué dice el Ministerio de Salud? Nada. Ni siquiera se presenta a las audiencias. Ni el más mínimo gesto de respeto.

Este no es solo un gobierno incompetente. Es un gobierno cruel. Y no lo vamos a olvidar.

Porque esto no es solo una cuestión salarial. Es una batalla por el alma de la Argentina. Y no vamos a permitir que destruyan lo que con tanto esfuerzo se construyó. No sin dar pelea. No sin dejar memoria.