De la Gendarmería a la carnicería. Los gendarmes de Formosa venden pollos por la crisis que nadie quiere ver

En una escena que parece salida de una película de terror político, efectivos de la Gendarmería Nacional en Las Lomitas, Formosa, decidieron tomar las riendas de su destino y organizar una venta de pollos para recaudar fondos. Pero no, no es una broma. El país que alguna vez fue considerado el ejemplo de la seguridad y el orden, ahora tiene a sus agentes de seguridad vendiendo carne de ave para poder cumplir con su deber.

POLITICA INTERIOR

Federica Perez

2/26/20253 min read

¿Y dónde está el Ministerio de Seguridad? Ah, claro, la señora Patricia Bullrich, que en su afán de mostrarle al mundo lo bien que va la seguridad en Argentina, se olvida de los que están en el terreno, combatiendo el delito con lo que pueden… o mejor dicho, con lo que les dejan. Porque claro, si no hay ni insumos básicos, mucho menos habrá respuestas ante esta grave situación.

Mientras el gobierno nacional encabezado por Javier Milei insiste en la reducción del gasto público y promesas vacías de cambio, los hombres y mujeres que están en la primera línea de combate contra la delincuencia se ven forzados a hacer malabares para cumplir con su misión. Y no, no es que el gobierno de Milei no tenga dinero para la seguridad, es que parece preferir darle más atención a las consultoras económicas y a los banqueteros de la City, mientras los gendarmes tienen que arreglárselas con pollos y un par de litros de gasolina.

La iniciativa de vender pollos no es solo una manifestación de la necesidad, sino un grito desesperado ante la falta de recursos y la indiferencia oficial. ¿Qué pasó con los sueldos dignos? ¿Qué pasó con las promesas de mejorar la calidad de vida de quienes nos protegen? Ah, sí, eso de mejorar la calidad de vida parece que no está en el plan económico de la ministra Bullrich, cuya gestión se ha limitado a discursos grandilocuentes y a poner la cabeza en otro lado cuando sus fuerzas de seguridad le piden lo básico para desempeñar su labor.

Los gendarmes, cuyo sueldo no supera los 780.000 pesos (y que tras la inflación ya se va por el caño), se ven obligados a hacer frente a esta situación con una sonrisa amarga. La venta de pollos se vuelve, entonces, una metáfora del país que nos dejaron: donde hasta los trabajadores de la seguridad tienen que buscar una manera creativa de sobrevivir.

El gobierno de Milei, entre cerdos y pollos

Por supuesto, la situación no es nueva. El gobierno de Milei, que prometió cortar el gasto y eliminar ministerios inútiles, no ha reparado en un detalle fundamental: sin policías ni gendarmes bien equipados, ni la ley más dura sobre el papel podrá frenar el delito. Pero claro, ¿quién necesita fuerzas de seguridad que funcionen cuando en la Casa Rosada tienen prioridades más urgentes, como buscar más plata para los ricos? ¡Ah, el modelo económico liberal!

Mientras tanto, en las redes sociales, se ha desatado una ola de indignación. Los usuarios no solo critican la falta de recursos para la Gendarmería, sino que también exigen que el gobierno de Milei y Bullrich den explicaciones ante este despropósito. ¿Acaso el Ministerio de Seguridad no tiene ni para abastecer a los gendarmes con lo más básico? ¿O será que los pollos son el nuevo combustible para patrullar en Formosa?

La situación es tan insostenible que hasta los gendarmes han tenido que recurrir a las redes sociales para alzar su voz. El "meme del pollo" ha tomado fuerza, y parece que en lugar de enviarles insumos, el gobierno prefiere que los gendarmes vendan pollo, como si fueran vendedores ambulantes en lugar de guardianes de la ley.

Conclusión: Un gobierno en modo avestruz

Este episodio no es más que un síntoma de la absoluta desconexión del gobierno nacional con la realidad del pueblo. Mientras los gendarmes venden pollos en Formosa, el presidente y su ministra siguen mirando al pasado, con promesas incumplidas y una economía que, lejos de mejorar, se sigue desmoronando como un castillo de naipes.

Así, la pregunta es: ¿hasta cuándo vamos a permitir que los defensores del orden y la seguridad del pueblo argentino sigan siendo tratados como un chiste? Los pollos pueden ser una solución temporal para unos, pero para el resto de los argentinos, este es el verdadero pollo que hay que enfrentar: un gobierno que se queda callado ante el sufrimiento de sus propios trabajadores.