El ataque de Milei a la universidad pública: una marcha federal para defender el futuro de los jóvenes argentinos

Hoy, Argentina se moviliza en una histórica marcha federal en defensa de la universidad pública, atacada por las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei. Mientras el oficialismo difunde mentiras sobre la protesta, miles de estudiantes y docentes salen a las calles para luchar por el derecho a la educación gratuita, inclusiva y de calidad. En un país donde el acceso a la universidad es clave para el futuro de los jóvenes, la respuesta a estos ataques es más necesaria que nunca.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Dominguez

10/2/20243 min read

Hoy, en cada rincón de Argentina, las calles serán escenario de una movilización histórica. La Gran Marcha Universitaria Federal, que se desarrollará en ciudades clave como Rosario, Mar del Plata, Córdoba y Tucumán, no es solo una manifestación. Es una respuesta contundente a los ataques del gobierno de Javier Milei contra la educación pública y un grito de resistencia ante un proyecto que busca desmantelar uno de los pilares más importantes del país: la universidad pública.

El plan de ajuste del gobierno ha puesto a la universidad en el centro de la tormenta. El veto de Milei al presupuesto universitario y su negativa a brindar el financiamiento adecuado son pasos claros hacia un objetivo: arancelar las universidades y reducir el acceso de los sectores más vulnerables a la educación superior. Las excusas oficiales sobran, pero ninguna es más insultante que la declaración de que "los pobres no van a la universidad, así que no les sirve que sea gratis". Esta afirmación, defendida por figuras cercanas al presidente como José Luis Espert, no es solo una mentira, es un desprecio abierto hacia quienes sueñan con mejorar sus vidas a través del estudio.

Los padres que trabajan día a día para ver a sus hijos convertirse en los primeros universitarios de sus familias entienden mejor que nadie la importancia de la educación pública. La universidad es, para muchos, la única oportunidad de ascender socialmente, de cambiar su realidad y aportar al país con conocimiento y esfuerzo. Sin embargo, parece que este gobierno tiene otros planes: impedir que los sectores más humildes accedan a las herramientas que les permitirían competir en igualdad de condiciones.

Ante la creciente indignación, el gobierno ha lanzado una nueva ofensiva: la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha denunciado que esta movilización no es más que una excusa para “preparar” un golpe de Estado. En un acto de cinismo puro, se intenta deslegitimar una protesta genuina y pacífica, inventando enemigos donde no los hay. La respuesta de las fuerzas de seguridad no se ha hecho esperar: han cambiado el protocolo antipiquetes, listos para reprimir lo que solo es una lucha legítima por el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad.

El propio presidente Milei, que en el pasado arremetió contra lo que llama "privilegios de la casta", ahora parece estar más preocupado por impedir que la gente pobre acceda a la universidad. En lugar de ofrecer un plan serio y responsable para mejorar las instituciones educativas, su gobierno insiste en mentiras descaradas, como la absurda teoría de que las universidades inventan alumnos para inflar sus cifras de matrícula. Esta clase de falacias no solo muestran un desprecio por la realidad, sino también por el esfuerzo y sacrificio de millones de estudiantes y docentes que luchan a diario para sostener el sistema educativo.

La movilización de hoy no es un acto político, no es una maniobra de la oposición ni mucho menos una conspiración. Es la respuesta de un pueblo que no está dispuesto a renunciar a sus derechos. La universidad pública es un logro de todos los argentinos, no un privilegio de unos pocos. Si Milei cree que puede destruir este espacio fundamental con sus mentiras y su ajuste brutal, está profundamente equivocado.

La marcha de hoy es un mensaje claro al gobierno: no vamos a permitir que destruyan la universidad pública. Es el espacio donde se forja el futuro de los jóvenes, de los trabajadores, de quienes aspiran a cambiar sus vidas y la realidad de su país. No se trata solo de defender un edificio o un presupuesto, sino de proteger el derecho de cada argentino a acceder al conocimiento, sin importar su origen social.

El ataque a las universidades no es más que una manifestación del miedo que tiene este gobierno a un pueblo educado, consciente de sus derechos y capaz de cuestionar las políticas de ajuste que buscan condenarlos a la pobreza y la exclusión. Hoy, los estudiantes, docentes y trabajadores de todo el país alzarán su voz en defensa de un derecho que no están dispuestos a perder.

El gobierno podrá inventar excusas, podrá reprimir, pero no podrá detener la voluntad de un pueblo que está dispuesto a luchar por su futuro.