El castigo al pueblo, versión Milei: la venganza del presidente tras la derrota en Buenos Aires

Javier Milei desató una ofensiva de vetos que alcanza a universidades, el Hospital Garrahan y la distribución de fondos a las provincias, incluso con la posibilidad de judicializar la Ley de Emergencia en Discapacidad. Este acto no solo refleja su obstinación económica, sino también un verdadero “castigo al pueblo” tras la derrota electoral en Buenos Aires, mientras gobernadores y la sociedad muestran rechazo y desconcierto ante la política de revancha del presidente.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

9/10/20253 min read

Javier Milei decidió esta semana mostrarse en su versión más pura: la de un presidente que gobierna no para resolver los problemas de la gente, sino para castigarla. En medio de la crisis política abierta tras la derrota electoral en Buenos Aires —47% a 33% en favor del peronismo—, el mandatario resolvió vetar las tres leyes clave aprobadas por el Congreso que otorgaban recursos al sistema universitario, al Hospital Garrahan y a las provincias. Y, por si quedara alguna duda de su voluntad de ajuste extremo, también dejó en el aire la posibilidad de ir contra la Ley de Emergencia en Discapacidad, a pesar de que el Congreso ya había rechazado su veto.

Qué veta Milei

Los vetos alcanzan tres leyes fundamentales:

  • Ley de emergencia pediátrica, que contemplaba fondos específicos para el Hospital Garrahan y otros centros de atención infantil.

  • Ley de financiamiento universitario, aprobada por amplia mayoría en el Congreso en un contexto de protestas masivas en defensa de la educación pública.

  • Ley de coparticipación de ATN, que quitaba discrecionalidad política en la distribución de esos fondos y beneficiaba automáticamente a las provincias, con un reparto del 58,8% a favor de ellas y un 41,2% para la Nación.

Pero lo más grave es lo que viene: en la Casa Rosada deslizan que Milei podría judicializar la Ley de Emergencia en Discapacidad. Y acá no se trata de un debate administrativo, sino de un desafío abierto a la democracia. Porque el Congreso ya rechazó el veto presidencial y ratificó la vigencia de la norma. Que ahora el Presidente busque excusas legales para no cumplirla no solo es inaudito: es un atropello institucional.

La excusa de siempre: “no hay plata”

El Gobierno repite como un mantra que “no hay plata” y que, por lo tanto, cualquier gasto destinado a salud, educación o provincias es inviable. Lo curioso es que el rumbo económico no se toca ni un milímetro, a pesar de que la inflación sigue golpeando, los salarios siguen cayendo y la recesión es cada vez más profunda.

Ese eslogan vacío funciona como comodín para justificar cualquier decisión, incluso la de desentenderse de una ley que protege a las personas con discapacidad. No hay antecedentes en democracia de un presidente que, después de perder una votación en el Congreso, busque judicializar una norma para no aplicarla.

Lo que queda claro es que estos vetos no son simples decisiones técnicas: son gestos de poder cargados de crueldad. Después de perder en Buenos Aires, Milei responde castigando a quienes considera responsables de ese traspié electoral. Si no votaron “bien”, ahora que paguen los estudiantes que defienden la universidad pública, los enfermos que dependen del Garrahan, las provincias que exigen federalismo y hasta las personas con discapacidad.

No se trata de economía: se trata de revancha. Milei convierte la política en un instrumento de disciplina social, donde la vulnerabilidad es vista como una oportunidad para ajustar y exhibir autoridad.

La ley de ATN y el enojo de los gobernadores

El punto más delicado en términos federales es el veto a la ley de coparticipación de ATN. Esa norma quitaba al Ejecutivo la discrecionalidad para repartir los fondos y establecía un mecanismo automático de distribución. Por eso contaba con el respaldo casi unánime de los gobernadores, que ahora sienten que el presidente no solo les cerró la puerta, sino que directamente los dejó sin recursos.

La respuesta fue inmediata: Gustavo Sáenz lo resumió en una frase que retumbó fuerte —“no son leones, son palomas de iglesia”—, mientras que Llaryora, Pullaro, Valdés, Torres, Sadir y Vidal marcaron su desconfianza y denunciaron el destrato del Gobierno.

Contexto político: debilidad y bronca libertaria

Lejos de consolidar poder, Milei multiplica su desgaste. La derrota en Buenos Aires encendió todas las internas dentro de La Libertad Avanza. Militantes y dirigentes que alguna vez lo defendieron hoy mascullan bronca por un presidente que prefirió blindar a su hermana Karina y gobernar desde una burbuja familiar, desconectado de la realidad.

En ese caldo de cultivo, los vetos no hacen más que confirmar lo que muchos ya intuían: Milei no escucha, no negocia, no construye. Solo impone y castiga.

El veto y la judicialización no son simplemente actos administrativos: son síntomas de la lógica de Milei. Gobernar no como un proyecto de transformación, sino como un ejercicio de castigo. No para construir, sino para vengarse.

La ofensiva contra la Ley de Emergencia en Discapacidad es quizás el ejemplo más brutal: un presidente que, aun después de perder en el Congreso, busca excusas para no cumplir con una norma que protege a los más vulnerables. No hay plata, repite. Pero lo que realmente no hay es sensibilidad, capacidad de gestión ni respeto por la democracia.