El delirio de Milei contra la realidad: un relato que no llena la heladera
El presidente Javier Milei volvió a cruzar los límites del cinismo: aseguró que el salario real crece hace 10 meses, que la gente dejó de comprar en supermercados porque ahora lo hace por Mercado Libre, y que el ajuste brutal es “popular”. Un repaso furioso por el delirio oficial y el relato que insulta la inteligencia de un país con la heladera vacía.
POLITICA NACIONAL
Por Armando Ramirez
4/24/20253 min read


Hay que tener una cara de piedra. O directamente vivir en otro planeta. O peor aún: creer que con un par de frases gritadas, con algún que otro latiguillo libertario y una buena dosis de cinismo se puede tapar el desastre cotidiano que millones de argentinos enfrentan todos los días. El presidente Javier Milei volvió a abrir la boca, y una vez más, lo hizo para insultar la inteligencia de un país que se cae a pedazos. Esta vez, dijo que "el salario real no para de crecer desde hace 10 meses", incluyendo —escucha bien— a trabajadores informales y jubilados.
¿En qué país vive Milei? ¿En qué dimensión paralela se mueve? Porque acá abajo, en la calle, en el bondi, en la fila del súper, en el comedor barrial, lo que crece no es el salario, es el hambre, la desesperación y la bronca. Acá, las jubilaciones alcanzan para medio changuito y gracias. Acá, los informales no tienen ni obra social, ni aguinaldo, ni estabilidad, ni un mango. Acá, los sueldos alcanzan cada vez para menos, y eso si es que todavía tenés trabajo.
Pero eso no es todo. Milei, en una muestra más de su total desconexión con la realidad (o de su desprecio total por ella), se despachó diciendo que los datos sobre la caída del consumo “no sirven” porque “miden cosas que no importan, como la venta en supermercados y shoppings”. Y, como si fuera poco, explicó que la gente ya no compra ahí porque ahora compra “por Mercado Libre”.
Sí, leyó bien. Para Milei, no es que la gente no compra porque no tiene plata. Es que ahora se llenan la panza haciendo click y esperando que les llegue el delivery de fideos y arroz por Mercado Envíos. ¿Quién necesita ir al súper cuando podés pedir tu comida con tarjeta de crédito en 3 cuotas sin interés desde un monoambiente sin heladera?
Esta excusa berreta, este intento patético de esquivar la verdad, no es otra cosa que la radiografía de un gobierno que niega, tergiversa y miente con una impunidad escalofriante. Porque la verdad es que la gente no compra porque no le alcanza. Porque el ajuste brutal los dejó sin nada. Porque las tarifas aumentaron, los medicamentos son un lujo, y la carne es una postal nostálgica. Porque las góndolas están llenas de precios que parecen en dólares, y los bolsillos vacíos de todo, menos de angustia.
Y como si todo eso fuera poco, Milei coronó su circo con la frase más cínica de todas: "el ajuste es popular porque baja la inflación". ¿Popular? ¿Desde cuándo empobrecer a millones es popular? ¿Desde cuándo cerrar comedores, congelar jubilaciones, despedir estatales, ajustar paritarias y vaciar el sistema de salud es algo que aplaude el pueblo? Claro, para él "popular" es que lo aplaudan sus trolls, sus CEOs, sus amigos de Wall Street, no la gente que revuelve la olla todos los días con lo que le quedó del mes pasado.
El ajuste es una guillotina que cae sobre el cuello de los más pobres. Y no baja la inflación: la patea, la disfraza, la cambia por recesión. El único precio que verdaderamente bajó es el de la dignidad de quienes gobiernan, porque la de los alimentos, el alquiler, los remedios, sigue trepando como si nada.
Javier Milei no gobierna: improvisa, delira y niega. Construye un mundo de fantasía donde los jubilados viven mejor, los pobres compran en Mercado Libre y el ajuste es una fiesta popular. Una realidad paralela tan insultante como dolorosa. Porque mientras él habla de “logros impresionantes”, el país se empobrece, se deshumaniza, se apaga.
No alcanza con indignarse. No alcanza con reírse del absurdo. Hay que señalarlo con nombre y apellido: Milei miente. Miente sin pudor, sin freno, sin responsabilidad. Y mientras tanto, millones no llegan a fin de mes, no comen, no pueden comprar ni un litro de leche. Y el presidente, como si nada, se ríe. Se burla. Y nos toma por idiotas.
Pero no lo somos. Y no nos vamos a olvidar.