El espejismo de la baja en la pobreza: la mentira estadística con la que Milei celebra su ajuste

El gobierno de Javier Milei y sus medios aliados celebran con euforia el último informe del INDEC, que muestra una baja de la pobreza al 38,1% en el segundo semestre de 2024. Sin embargo, detrás de este supuesto “milagro económico” se esconde una burda manipulación estadística. La medición oficial excluye a las ciudades pequeñas y las zonas rurales, donde el ajuste golpea con más fuerza, y se basa en ingresos que no contemplan el aumento brutal de alquileres, tarifas y alimentos. Mientras Milei vende esta mentira como un éxito, la realidad es que la miseria sigue creciendo y miles de argentinos sobreviven en la indigencia.

POLITICA NACIONAL

Por Julián Pereyra

4/1/20253 min read

El gobierno libertario de Javier Milei y sus medios afines, como La Derecha Diario, han salido a festejar con bombos y platillos el reciente informe del INDEC, que señala una supuesta baja en la pobreza al 38,1% en el segundo semestre de 2024. Para el oficialismo, este dato representa una prueba irrefutable del éxito del brutal ajuste que vienen aplicando desde que asumieron el poder. Sin embargo, lejos de ser una muestra de recuperación económica, esta cifra es apenas un espejismo construido con una metodología obsoleta y diseñada para encubrir la catástrofe social que atraviesa el país.

Mientras el gobierno se felicita a sí mismo y los medios oficialistas venden el relato de un “milagro económico”, la realidad cotidiana de millones de argentinos sigue siendo una pesadilla. El hambre, la precarización laboral, el colapso de los comedores comunitarios y el crecimiento descontrolado de la indigencia son pruebas contundentes de que el ajuste libertario solo ha servido para empobrecer aún más a la mayoría de la población.

Una medición a medida del relato oficialista

El anuncio del INDEC no es más que un intento desesperado del gobierno por instalar la idea de que el ajuste está dando resultados positivos. Pero basta con analizar la metodología utilizada para darse cuenta de que estos números están lejos de reflejar la verdadera magnitud del drama social argentino.

En primer lugar, la medición oficial de la pobreza se basa únicamente en los ingresos de los hogares y en si estos alcanzan para cubrir la canasta básica, ignorando completamente el impacto devastador que han tenido los tarifazos en los servicios públicos, el transporte, la salud y la educación. Es decir, según la lógica del INDEC, una familia deja de ser pobre si su ingreso supera el umbral establecido, aunque esos mismos ingresos se diluyan en alquileres impagables, aumentos de luz y gas, y precios de medicamentos que suben sin control.

Además, el cálculo solo toma en cuenta los 31 principales centros urbanos del país, excluyendo a millones de argentinos que viven en localidades más pequeñas y en zonas rurales, donde la pobreza es aún más profunda y estructural. Se trata de una medición completamente parcial que no permite dimensionar el impacto real del ajuste en las regiones más postergadas del país.

Lo que el gobierno y sus medios aliados omiten mencionar es que, según estimaciones alternativas, si se aplicara una medición más amplia e integral, la pobreza real en Argentina superaría el 50%. Pero claro, esa no es una cifra que sirva para el show mediático de Milei y sus funcionarios.

Un ajuste que destruye y precariza

A pesar del festejo oficial, la situación en las calles cuenta otra historia. Los comedores comunitarios están desbordados, la cantidad de personas en situación de calle ha crecido de manera alarmante y cada vez más argentinos dependen de la ayuda social para sobrevivir. Sin embargo, el gobierno, lejos de reconocer esta crisis, ha decidido recortar los programas de asistencia y ajustar aún más a los sectores más vulnerables.

El relato de Milei sobre haber “sacado de la pobreza a 10 millones de argentinos” no resiste el menor análisis. Es una afirmación absurda que no se condice con ningún dato serio. Por el contrario, lo que realmente ha ocurrido en estos meses es un acelerado proceso de precarización, en el que cada vez más trabajadores formales caen en la pobreza debido a la pérdida del poder adquisitivo de sus salarios.

Los jubilados, por su parte, han sido uno de los sectores más castigados por el ajuste libertario. La mínima jubilación apenas supera la línea de pobreza según el INDEC, pero representa menos de un tercio de la canasta básica para adultos mayores. Mientras Milei se jacta de su “éxito económico”, miles de jubilados deben acudir a comedores o incluso mendigar para poder comer.

Una mentira al servicio del saqueo

Este espejismo estadístico no es casualidad. Forma parte de una estrategia de propaganda diseñada para ocultar el verdadero propósito del plan de Milei: garantizar el negocio de los grandes grupos económicos y los especuladores financieros mientras la mayoría de la población se hunde en la miseria.

El gobierno no está sacando a nadie de la pobreza. Está destruyendo la economía real en favor de un modelo donde unos pocos ganan con la timba financiera mientras el pueblo argentino ve desaparecer sus derechos y su calidad de vida.

Mientras el oficialismo y sus medios aliados celebran con cinismo estos datos manipulados, la realidad golpea cada vez más fuerte. La única verdad es la realidad, y esa realidad muestra que el ajuste de Milei solo ha traído más hambre, más desesperación y más desigualdad. Todo lo demás es relato.