El espejismo del Riesgo País: la celebración del error que no tapa la realidad
El gobierno celebró con euforia la supuesta baja del Riesgo País, pero todo resultó ser un error. Mientras el relato oficial habla de "orden macroeconómico", la pobreza, la indigencia y el ajuste golpean cada vez más fuerte a los argentinos. Una Argentina real y otra ficticia chocan, dejando en evidencia un modelo que prioriza los mercados sobre el pueblo.
POLITICA NACIONAL
Por Julian Pereyra
1/7/20252 min read
El gobierno de Javier Milei salió rápidamente a celebrar la supuesta caída del Riesgo País, anunciada en horas del mediodía y festejada con bombos y platillos en redes sociales por el propio presidente. Según informaron desde JP Morgan, el indicador había bajado a 454 puntos básicos, lo que generó euforia en las filas libertarias. Sin embargo, la alegría duró poco: todo se trató de un error metodológico. Horas después, el índice volvió a dispararse y cerró en 561 puntos, dejando en evidencia, una vez más, la falta de conexión entre el relato oficial y la cruda realidad del país.
¿Qué mide realmente el Riesgo País?
El Riesgo País es un indicador que compara el rendimiento de los bonos argentinos con los del Tesoro estadounidense. En otras palabras, mide cuánto confían los inversores internacionales en la capacidad de Argentina para cumplir con sus deudas. Es una herramienta pensada para los mercados financieros, no para evaluar la calidad de vida de la población. Por eso, aunque el gobierno se apure a celebrar cualquier movimiento a la baja, este indicador no refleja si hay más empleo, menos pobreza o mejor acceso a la alimentación. Es, en esencia, un termómetro para los grandes capitales, no para el pueblo.
El ajuste: un círculo vicioso
El error en el cálculo del Riesgo País sirvió para desenmascarar otra verdad incómoda: las medidas que suelen reducir este indicador—como los recortes en el gasto público o la flexibilización laboral—no solo no mejoran la economía real, sino que la empeoran. Los ajustes impuestos por el gobierno, lejos de aliviar la situación de las mayorías, las hunden aún más en la miseria. Mientras tanto, los jubilados reciben haberes que apenas alcanzan para sobrevivir, y tres de cada cuatro familias pobres tienen que reducir o eliminar comidas por falta de recursos.
La realidad que no se puede maquillar
Aunque el gobierno intente instalar que el país avanza hacia un "orden macroeconómico", la realidad es que el sufrimiento cotidiano de millones de argentinos no se resuelve con un índice financiero. En las calles, la pobreza y la indigencia alcanzan niveles alarmantes, y los derechos laborales y sociales están bajo ataque constante. La narrativa oficial, plagada de cifras que buscan maquillar la realidad, no logra esconder lo evidente: los sectores más vulnerables están pagando el precio de políticas que priorizan a los mercados por encima de las personas.
Cuando el relato choca con la verdad
El episodio del Riesgo País es solo un ejemplo más de cómo el gobierno construye un relato que no resiste el menor análisis. Celebran una baja que no existió, mientras el pueblo enfrenta carencias básicas. Los números podrán bailar al ritmo que quiera el JP Morgan, pero las ollas vacías y los bolsillos flacos no se llenan con espejismos. Cada vez que la realidad golpea, queda más claro: hay una Argentina que lucha por sobrevivir mientras otra, en las oficinas del poder, celebra errores como si fueran triunfos.
Y en ese choque entre relato y realidad, los únicos perjudicados son los de siempre.