El Gobierno revive un programa fracasado: el regreso del Servicio Cívico que atrasa 50 años

En un anuncio que parece sacado de un manual de políticas del siglo pasado, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, junto a Sandra Pettovello, titular de la cartera de Capital Humano, presentó la vuelta del Servicio Cívico para jóvenes de 18 a 24 años que no estudian ni trabajan

POLITICA INTERIOR

Julian Pereyra

12/18/20242 min read

Este programa, de adhesión voluntaria y con epicentro en once ciudades del país, se llevara acabo en Santa Fe, se presenta como una herramienta de "formación, disciplina y valores cívicos". Sin embargo, su implementación en 2019 durante el gobierno de Mauricio Macri dejó en evidencia sus falencias.

Lejos de ser una solución real para los problemas estructurales que enfrenta la juventud, esta medida se muestra como un parche que atrasa medio siglo. La idea de "sacar a los jóvenes de las calles" y "alejarlos del delito y la droga", según expresó Bullrich en su cuenta de X, plantea un enfoque reduccionista y estigmatizante. En lugar de generar políticas públicas inclusivas que promuevan la educación y el empleo digno, se vuelve a apostar por un esquema de corte disciplinario que no responde a las verdaderas necesidades del país.

El programa, que se llevará adelante con la participación de la Gendarmería Nacional y en colaboración con el Ministerio de Capital Humano, busca "formar en disciplina, respeto y valores". Sin embargo, en su implementación previa, este esquema no logró mejorar la situación laboral ni educativa de los jóvenes. Más bien, quedó como un símbolo de políticas desconectadas de la realidad, que poco hicieron por revertir las condiciones de vulnerabilidad de quienes buscan oportunidades concretas.

A más de 50 años de la existencia de programas similares, se sabe que la formación laboral y educativa efectiva no pasa por modelos autoritarios ni por medidas simbólicas. Lo que necesitan los jóvenes argentinos son escuelas públicas de calidad, acceso a la educación superior y políticas de empleo que los integren en un mercado laboral que hoy los excluye. Mientras tanto, medidas como el Servicio Cívico solo perpetúan estereotipos y desvían la atención de las verdaderas causas de la desigualdad.

En palabras de Bullrich, esta es "una alternativa concreta para que puedan retomar sus estudios, acceder a un trabajo y construir un futuro con orden y oportunidades reales". Pero las experiencias pasadas muestran que no hay orden ni oportunidades posibles sin inversión estatal en educación, salud y trabajo. Repetir recetas fallidas no solo es un desperdicio de recursos, sino también una falta de respeto hacia los jóvenes que merecen respuestas integrales y modernas a los desafíos del presente.

Mientras se insiste en políticas que miran hacia el pasado, el futuro de miles de jóvenes sigue postergado. Es hora de que el gobierno deje de imponer medidas que no funcionan y escuche las verdaderas demandas de una generación que pide más derechos y menos disciplina militarizada.