El Ministro que no confía en su propio Gobierno: Sturzenegger tiene el 98% de su Dinero Fuera del País
Federico Sturzenegger, el Ministro de desregulación de Milei, asegura casi todo su patrimonio fuera del país mientras pide confianza en su gestión económica. Mientras te dicen que uses tus dólares, ellos protegen los suyos en el extranjero. Conocé las contradicciones y las maniobras de quienes manejan la economía argentina en este artículo que expone cómo ni ellos confían en el gobierno que representan.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Dominguez
8/29/20243 min read


En un contexto donde el gobierno insiste en que los argentinos deben "poner el hombro" y usar sus dólares ahorrados para enfrentar la inflación y la devaluación, resulta cuanto menos irónico que quienes predican estas medidas no apliquen la misma lógica a sus propias finanzas. Tal es el caso del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, quien ha revelado en su última declaración jurada que mantiene el 98,8% de sus depósitos fuera del país. Esto representa una gran contradicción en el discurso oficial, que habla de generar confianza en la economía mientras sus propios arquitectos buscan resguardarse de las consecuencias de las políticas que ellos mismos diseñan y aplican.
Sturzenegger, quien ha sido uno de los principales impulsores del modelo económico del gobierno de Milei, declara un patrimonio de 1.770 millones de pesos, de los cuales 1.408 millones están en depósitos o plazos fijos, y de estos, 1.392 millones están en el exterior. En otras palabras, casi la totalidad de su dinero se encuentra lejos de los vaivenes de la economía argentina, lo que sugiere una evidente falta de confianza en el modelo que él mismo promueve.
No es el único en adoptar esta postura. Otros altos funcionarios del gobierno, como el ministro de Economía Luis Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, también mantienen la mayor parte de sus fondos fuera del país. Caputo, por ejemplo, tiene apenas el 0,001% de su dinero declarado en depósitos en Argentina, mientras que Bausili mantiene casi la mitad de su patrimonio en el exterior. Esta situación pone en evidencia una doble vara: mientras que al pueblo se le exige fe y sacrificio, los líderes del gobierno resguardan sus fortunas en el extranjero, anticipando quizás, un desenlace poco favorable de las políticas que implementan.
Este contraste se vuelve aún más flagrante cuando se analiza el discurso oficial, que constantemente insta a los argentinos a utilizar sus dólares para cubrir los aumentos de precios, pagar el supermercado o simplemente sobrevivir en un contexto económico cada vez más asfixiante. Mientras tanto, los arquitectos de la política económica tienen asegurados sus ahorros lejos de la crisis que ellos mismos agravan.
La actitud de Sturzenegger y sus colegas plantea serios interrogantes sobre la verdadera confianza que el propio gobierno tiene en el modelo que promueve. Si quienes están a cargo de la economía no confían en su gestión, al punto de mantener su dinero fuera del país, ¿por qué deberían hacerlo los ciudadanos comunes? La realidad es que estos funcionarios, con sus fortunas aseguradas en el exterior, están blindados contra las mismas políticas que imponen a los demás.
El caso de Sturzenegger, además, se agrava al considerar que este no es su primer rodeo. En 2018, cuando dejó el gobierno de Mauricio Macri, ya mantenía el 80% de sus depósitos fuera del país. Ahora, ese porcentaje ha subido al 98,8%, lo que evidencia que su desconfianza en la economía argentina ha aumentado bajo la gestión de Milei. Resulta entonces lógico preguntarse: ¿qué sabe Sturzenegger sobre el futuro económico de Argentina que el resto de los ciudadanos no sabe?
La contradicción en el discurso oficial es insostenible. No se puede pedir confianza en un modelo económico mientras los propios diseñadores de ese modelo no confían en él. No se puede exigir que los ciudadanos usen sus dólares mientras quienes deberían dar el ejemplo mantienen los suyos a salvo en el extranjero. Esta doble moral es una afrenta al pueblo argentino, que día a día enfrenta una economía cada vez más inestable mientras sus líderes se aseguran de no sufrir las consecuencias de sus propias decisiones.
En definitiva, la situación expone una verdad incómoda: ni siquiera quienes están a cargo de la economía confían en el gobierno. Y si ellos no lo hacen, ¿por qué debería hacerlo el resto del país?