El modelo formoseño no se detiene: 1518 escuelas mientras Nación abandona al pueblo
Mientras el gobierno nacional multiplica sus políticas de ajuste, recorte y abandono del Estado, en Formosa se erige un modelo diametralmente opuesto: el de la inclusión, la obra pública y la justicia social. La inauguración de la escuela número 1.518 bajo la gestión del gobernador Gildo Insfrán no es solo una cifra simbólica, sino una realidad concreta que transforma la vida de miles de niños, niñas y jóvenes formoseños.
POLITICA INTERIOR
Jasmin Ortellado
6/3/20252 min read


En un contexto nacional marcado por el desfinanciamiento de la educación, la paralización de obras y el vaciamiento de políticas públicas, la provincia norteña se planta como ejemplo de lo que significa gobernar con el pueblo adentro. Con recursos provinciales, planificación y voluntad política, Formosa sigue ampliando derechos donde otros cierran persianas.
La decisión de continuar invirtiendo en educación pública —en medio de un escenario donde se desmantelan organismos científicos, se congelan becas y se relativiza la importancia del rol del Estado— es una definición ideológica y ética. Porque no se trata solo de levantar paredes: se trata de garantizar igualdad de oportunidades, acceso a la educación y una herramienta clave para romper ciclos de pobreza estructural.
Mientras en Buenos Aires y en los escritorios de la Casa Rosada se predica la meritocracia sin brindar condiciones mínimas para ejercerla, en el interior profundo se demuestra que el verdadero mérito está en no abandonar a nadie. Formosa no es solo resistencia: es construcción.
La inauguración de esta nueva institución educativa representa más que una escuela. Es un mensaje político claro: otro país es posible. Uno donde la educación pública no sea vista como un gasto, sino como una inversión a largo plazo. Donde el federalismo no se declame, sino que se practique. Donde la justicia social no sea un eslogan, sino una práctica cotidiana.
En un país cada vez más desigual, la obra 1518 de Gildo Insfrán es una lección. Y también una advertencia: el futuro no se improvisa ni se terceriza. Se construye. Con decisión política, con recursos públicos y con un proyecto de país que ponga a las mayorías en el centro de la escena.
Esta política sostenida en el tiempo, que apuesta a la inversión en educación pública en todos los rincones del territorio, contrasta con crudeza frente a la política de ajuste brutal del gobierno de Javier Milei, que ha dejado de enviar fondos a las provincias, ha desfinanciado universidades y paralizado el Fondo Nacional de Incentivo Docente. En este contexto, el ejemplo formoseño se vuelve un faro para todo el país.
¿Dónde está hoy la verdadera defensa del federalismo? ¿Dónde se prioriza al pueblo por sobre los intereses del mercado? Formosa, con su convicción de garantizar escuelas, salud y trabajo, responde con hechos. Y lo hace sin resignar identidad, ni caer en la tentación de un falso progreso que excluye y concentra poder en unos pocos.
La justicia social no es un anhelo del pasado. Es una bandera que sigue vigente en cada ladrillo que se pone, en cada aula que se llena de chicos y chicas con sueños, en cada decisión que pone al ser humano en el centro. Lo que sucede en Formosa es la prueba viva de que el Estado presente no es una rémora del siglo XX, sino una necesidad urgente del presente.
Cuando desde el poder central se habla de "caer en la escuela pública" con desprecio, desde Formosa se responde inaugurando nuevos edificios para que las próximas generaciones se levanten desde la educación. Porque donde otros ven gasto, esta provincia ve futuro.
En definitiva, mientras unos pregonan desde los sets de televisión una Argentina de élites y números fríos, Insfrán sigue caminando escuelas, entregando llaves, saludando alumnos y apostando a la movilidad social ascendente. Porque la verdadera libertad se logra con igualdad de oportunidades, no con un sálvese quien pueda.