El régimen de la intimidación: Caputo aprieta, el régimen encubre

Santiago Caputo, asesor clave de Javier Milei, intimidó a un fotoperiodista sacándole una foto a su credencial en un gesto mafioso. Manuel Adorni intentó justificarlo con una excusa ridícula: que Caputo solo quería ver cómo había salido en la imagen. Este artículo denuncia con fuerza la lógica autoritaria del gobierno libertario, que aprieta a la prensa mientras se ríe del apriete. No combaten a la casta: la reproducen con más cinismo, desde el Estado. Un llamado de alerta ante un poder que avanza sobre la libertad de expresión.

POLITICA NACIONAL

Por Julian Pereyra

5/1/20252 min read

Lo que ocurrió no es un gesto aislado ni una anécdota irrelevante: es una postal del nuevo régimen. Santiago Caputo, el asesor estrella, el cerebro en las sombras del gobierno de Javier Milei, encaró a un fotoperiodista que cubría un evento y, en un gesto mafioso, le sacó una foto a su credencial. No pidió la imagen. No se presentó. No agradeció. La fotografió como quien marca a un objetivo. Como quien avisa que sabe quién sos. ¿Y la explicación oficial? Peor que el acto en sí.

Manuel Adorni, el vocero presidencial que cobra millones por conferencias cada veinte días y acomoda tiktokers en Roma con fondos públicos, salió a minimizar la situación con una sonrisa canchera y una excusa digna de guión de comedia barata: “Caputo le sacó la foto porque quería ver si había salido bien”. Sí, leíste bien. Según Adorni, lo que vimos todos con nuestros ojos —una intimidación directa a un trabajador de prensa— en realidad fue un gesto de coquetería visual. Un intento de evaluar su propio perfil fotogénico.

Lo grave no es solo la amenaza, sino la naturalización del apriete. El gobierno no solo aprieta, sino que se ríe de hacerlo. Se burla del periodismo, se burla de los ciudadanos y se burla de las reglas democráticas. Esta no es la primera vez. Ya vimos cómo intentan censurar preguntas incómodas, cómo persiguen a medios críticos, cómo construyen un aparato de propaganda digital con trolls pagos y ahora, cómo avanzan también sobre la prensa con gestos de disciplinamiento.

Porque esto no es un exabrupto. Es un patrón. Una lógica de poder que no tolera la crítica, que demoniza la disidencia y que actúa como una secta cerrada, liderada por un presidente que jura que sus perros muertos lo asesoran desde el más allá. Mientras el país se cae a pedazos, el ajuste se profundiza y la pobreza se dispara, el gobierno se ocupa de sacarle fotos a las credenciales de periodistas que no le gustan.

¿Esto es lo nuevo? ¿Esto era la lucha contra la casta? No. Es una reedición grotesca del poder mafioso de siempre, ahora con estética de redes sociales, lenguaje libertario y mística esotérica. El Mileismo no vino a combatir la casta: vino a reemplazarla, con más cinismo, más prepotencia y menos vergüenza.

La Argentina no puede naturalizar que un asesor presidencial marque periodistas. No puede aceptar que el Estado actúe como patota. No puede permitir que la violencia simbólica y el amedrentamiento se disfracen de humor o estrategia. Lo que está en juego no es una foto. Es la libertad de prensa, la salud de nuestra democracia y el límite que estamos dispuestos a ponerle al autoritarismo con disfraz de cambio.

Porque cuando un gobierno le saca fotos a las credenciales, lo que en realidad está haciendo es señalar a quién hay que callar. Y eso, en democracia, es intolerable.