El regreso del miedo: Milei, Bullrich y la amenaza de un gobierno represivo
El violento y alarmante discurso de Javier Milei en Expoagro no dejó lugar a dudas: estamos ante un presidente dispuesto a llevar al país a un modelo autoritario, represivo y antidemocrático, donde la violencia estatal no solo es tolerada, sino también celebrada.
POLITICA NACIONAL
Por Armando Ramirez
3/14/20252 min read


En un acto público que debería haber sido una oportunidad para dialogar sobre el futuro económico de Argentina, Milei optó por respaldar con orgullo la brutal represión policial contra jubilados, manifestantes pacíficos, trabajadores y hasta niños, todo bajo las órdenes de su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
¿Qué clase de democracia podemos esperar cuando un presidente, lejos de condenar el abuso de poder, lo justifica y lo promueve? Fue en Expoagro, frente a empresarios del agro, donde Milei no solo defendió la actuación de las fuerzas de seguridad, sino que, con un descaro absoluto, arremetió contra aquellos que fueron víctimas de la represión. Habló de "los buenos", refiriéndose a los policías con sus uniformes azules, y de "los malos", insultando y criminalizando a los manifestantes con "trapos en la cara" como si estuvieran al nivel de criminales, cuando en realidad solo estaban defendiendo derechos básicos como el de protestar y expresarse.
Lo más grave de sus palabras fue la amenaza abierta que lanzó: "Los vamos a meter presos. Voy a acelerar mucho más", dijo Milei, como si la represión fuera un juego, una simple cuestión de acelerar o frenar según su conveniencia. Este tipo de retórica no solo es una provocación, es una clara advertencia de un gobierno que no tiene ningún tipo de respeto por la protesta social ni por los derechos humanos. Bajo el pretexto de "defender la República", el presidente no solo tolera la violencia, sino que la exalta como una herramienta para amedrentar a la sociedad.
Lo que estamos presenciando es el retorno de un modelo de gobierno que no tiene miedo en recurrir a la represión y a la criminalización de los disidentes. Lejos de buscar el diálogo o la resolución pacífica de los conflictos, Milei ha optado por el camino de la fuerza, la intimidación y la eliminación de toda forma de resistencia. En este contexto, las amenazas no solo son un síntoma de un gobierno autoritario, sino una clara muestra de la falta de compromiso con los principios democráticos que deberían guiar a cualquier dirigente en un país como el nuestro.
Pero lo más escalofriante de todo es el silencio cómplice de muchos que aún sostienen este modelo, que callan ante la criminalización de la protesta y el aplauso a la represión. Un país que no respeta las libertades fundamentales, que no permite la expresión disidente, está caminando por una pendiente peligrosa hacia el autoritarismo.
El gobierno de Javier Milei, con su apoyo explícito a la violencia estatal y su desprecio por la democracia, representa un peligro real para el futuro de Argentina. No estamos hablando de un pequeño desliz, sino de un patrón que se repite en cada una de sus declaraciones y acciones. En su afán por consolidar su poder, Milei está dispuestos a sacrificar los derechos de todos aquellos que se atrevan a cuestionarlo. Y eso, en una sociedad democrática, es inaceptable.
Es urgente que todos los argentinos tomemos conciencia del riesgo que corre nuestra democracia. La violencia, bajo cualquier pretexto, no puede ser tolerada. Un gobierno que aplaude la represión no solo es una amenaza para quienes protestan, sino para todos aquellos que creen en la justicia, la libertad y el respeto por los derechos humanos. El modelo que propone Javier Milei no es solo autoritario, es un atentado contra los valores más profundos de nuestra sociedad.