Inicia la sesión en Diputados sobre el veto de Milei: el futuro de los jubilados en juego
Hoy, en la Cámara de Diputados, se decide el futuro de los jubilados en una sesión clave sobre el veto presidencial de Javier Milei a la reforma de la movilidad jubilatoria. Los diputados radicales, que impulsaron la ley para mejorar las jubilaciones, ahora se preparan para votar en contra de su propio proyecto, generando indignación y enojo. Si se aprueba el veto, los jubilados serán condenados a una vida aún más precaria, mientras el gobierno y sus aliados parecen insensibles ante su sufrimiento. Un acto de traición que marcará un antes y un después.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Dominguez
9/11/20243 min read


Hoy, el Congreso Nacional se convierte en un campo de batalla donde el futuro de los jubilados argentinos pende de un hilo. Con el inicio de la sesión en la Cámara de Diputados para tratar el veto presidencial de Javier Milei a la reforma de la movilidad jubilatoria, el país entero está atento a una decisión que podría condenar a los más vulnerables a la miseria absoluta. Una reforma que pretendía darles un respiro a los jubilados, cuyo poder adquisitivo ha sido devastado por la inflación y los aumentos descontrolados de precios, ahora está en peligro de ser desechada. El veto de Milei no solo amenaza con perpetuar su precariedad, sino que los condena a una vida aún más difícil.
Lo que indigna y genera profundo enojo es la traición manifiesta de varios diputados radicales. Los mismos que, apenas semanas atrás, impulsaron y defendieron esta ley que pretendía aumentar las jubilaciones, ahora se preparan para votar en contra de su propio proyecto. ¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que un partido con una tradición histórica de defensa de los más vulnerables, hoy decida arrodillarse ante el gobierno de turno? Es evidente que, detrás de esta jugada, se esconden intereses inconfesables y acuerdos políticos que nada tienen que ver con el bienestar de los jubilados.
Desde la famosa "Banelco" de los años 90, no había tanto olor a coimas y transacciones espurias en el Congreso. El radicalismo, que supo erigirse como un partido de lucha por la justicia social, hoy se muestra desprovisto de convicciones y principios, traicionando a su propia historia y a millones de jubilados. Esos mismos jubilados que, con sacrificios de toda una vida, construyeron el país que hoy estos políticos destruyen.
El veto de Milei es un golpe brutal a los jubilados, quienes ya viven en condiciones desesperantes. Miles de ellos, como Héctor, un hombre que mes a mes ve cómo se disparan los precios de los medicamentos que compra para su esposa enferma, están al límite. En agosto, pagó 16.750 pesos; este mes, esa cifra se elevó a 51.180. Este es solo uno de los tantos ejemplos del drama cotidiano que enfrentan nuestros mayores. Y mientras el costo de vida se dispara, el Gobierno pretende ajustar aún más, dejándolos a la deriva.
El cinismo alcanza su punto máximo cuando vemos que los que se oponen al aumento de las jubilaciones son personas que nunca trabajaron un día en su vida. Son aquellos que viven de la herencia que estos mismos jubilados, con su esfuerzo, les dejaron. Es una cruel paradoja que los mismos que deberían garantizar el bienestar de quienes han dado todo por este país, hoy los entreguen al matadero sin miramientos.
No podemos dejar de mencionar el creciente autoritarismo con el que el Gobierno y sus aliados pretenden acallar la protesta social. Mientras los jubilados se manifiestan pacíficamente por sus derechos, ya está preparado el operativo represivo que Patricia Bullrich tiene bajo la manga. Los mismos ancianos que trabajaron durante décadas, hoy serán recibidos con golpes, gases lacrimógenos y un despliegue policial que solo se justifica en un régimen que ya no tiene argumentos para defender lo indefendible.
Los radicales que el miércoles votarán a favor del veto, o que simplemente se ausentarán para facilitar su aprobación, son cómplices directos de esta traición. Con su acción, le dan la espalda a los jubilados, los dejan solos, abandonados a su suerte, y rompen cualquier lazo de coherencia con su propia historia. El pueblo no debe olvidar quiénes son los responsables de esta infamia, porque lo que está en juego no es solo una ley, sino la dignidad de nuestros mayores.
Si el veto se aprueba, nuestros jubilados quedarán sumidos en la miseria más absoluta. No tendrán cómo enfrentar la inflación, no podrán costear sus medicamentos, y muchos de ellos, que ya comen solo una vez al día, verán aún más limitada su capacidad de sobrevivir. Las imágenes de ancianos llorando en las calles, sosteniendo las boletas impagables de luz, gas y agua, se convertirán en el triste reflejo de un país que ha dejado a sus mayores en el olvido.