Karina-Gate: la operación de silencio más desesperada del gobierno

El Karina-Gate ya no es solo un escándalo de coimas: ahora es también un escándalo de censura. El Gobierno, en lugar de dar explicaciones sobre los audios que comprometen a Karina Milei y Lule Menem, eligió perseguir periodistas, allanar a Carnaval Stream y prohibir que se hable del tema. Lo que antes se presentaba como un gobierno “anticasta” hoy se parece más a un manual de censura exprés: mordaza judicial, victimización y operaciones desesperadas a días de las elecciones. Mientras tanto, en las calles se escuchan cantitos, aparecen banderas y hasta brócolis vuelan por los aires, recordándole al oficialismo que el silencio impuesto no borra el 3%.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

9/1/20252 min read

El Karina-Gate ya no es solo un escándalo de coimas. Es la radiografía de un Gobierno que, acorralado por sus propios fantasmas, decidió patear el tablero y sacar su carta más desesperada: censurar, callar y perseguir periodistas. Lo que empezó con audios que mencionaban retornos, laboratorios y porcentajes que llegaban a la mismísima Karina Milei y a su escudero Lule Menem, terminó con allanamientos a medios y una prohibición judicial digna de la peor época.

Sí, leíste bien: en la Argentina de Milei, el país de las promesas de libertad y de la lucha contra “la casta”, ahora un juez federal prohíbe hablar de los audios de la hermana del Presidente. Y no solo eso: se ordenan operativos contra Carnaval Stream —el canal que los difundió— y contra periodistas como Jorge Rial y Mauro Federico, cuyo único pecado fue hacer lo que cualquier comunicador debe hacer: contar lo que pasa.

La paradoja es brutal. El Gobierno que decía combatir al Estado censor ahora usa al Estado como garrote para tapar su propia podredumbre. Y lo hace con el mismo manual que criticaba: victimizándose, inventando “operaciones de inteligencia” y acusando a la prensa de ser parte de una conspiración.

Mientras tanto, afuera, la calle canta otra cosa. En las canchas, las banderas del “3%” flamean sin piedad. En Lomas de Zamora, el pueblo ya inventó su propio “brócolicazo” para reírse del poder. En Corrientes, la propia Karina tuvo que salir corriendo en medio de insultos y escraches. Esa es la verdadera encuesta: un repudio creciente que no se tapa con cautelares, ni con gendarmes, ni con jueces amigos.

La censura no solo es un manotazo de ahogado, es también la confesión más clara de que el Gobierno está débil, asustado y sin respuestas. A días de elecciones clave, lo único que le queda a la Casa Rosada es perseguir micrófonos y apagar cámaras, como si con eso pudieran borrar el olor a coima que impregna cada rincón del escándalo.

Pero hay algo que deberían entender: la verdadera “operación” no es contra el Gobierno, sino la que ellos mismos montaron. Un aparato de poder basado en la corrupción, el reparto de retornos y la impunidad, que ahora se les desarma en vivo y en directo. Mientras corren detrás de periodistas para que nadie hable del 3%, la gente ya lo canta, lo grita y lo expone: el problema no son los audios, el problema es que el audio más fuerte es el del pueblo diciendo basta.