La Argentina desesperada que Milei se niega a ver
La crisis ya no se mide en estadísticas, se vive en carne propia. El 38% de los argentinos gastó sus ahorros, casi un 10% tuvo que vender pertenencias y miles se endeudaron solo para comer. Pero lo más brutal fue ver a un jubilado en Santa Fe robar una dietética a punta de pistola, rogando: “Por favor te lo pido, necesito la plata”. Mientras tanto, el gobierno de Milei insiste con el verso de que sacaron a 10 millones de la pobreza, que todo mejora y que los jubilados están bien. ¿Qué país están viendo? ¿De qué hablan? Ni siquiera sus propias frases lo salvan: “Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre y va a decidir algo para no morirse”, dijo Milei alguna vez. Bueno, ese momento ya llegó. Y la respuesta del gobierno es seguir mintiendo.
POLITICA NACIONAL
Por Armando Ramirez
4/11/20252 min read


Hay una Argentina que grita en silencio. Una Argentina que ya no puede más. Y no es un eslogan ni una exageración: es la vida diaria de millones de personas que se debaten entre endeudarse, vender lo poco que tienen o directamente dejar de comer para llegar a fin de mes. Según un reciente informe, el 38% de los hogares tuvo que gastar sus ahorros, el 15,3% se endeudó con familiares o amigos, el 11,6% pidió plata a entidades financieras, y un 9,8% se vio obligado a vender sus pertenencias. No es una crisis financiera: es una crisis humana.
Detrás de cada porcentaje hay una historia de angustia. Hay madres que empeñan el televisor para pagar los útiles escolares. Hay jubilados que ya no eligen entre remedios y comida porque no les alcanza para ninguna de las dos cosas. Hay familias enteras que viven al filo del corte de luz, del desalojo, de la desesperación.
Y como si todo eso no fuera suficiente, esta semana la tragedia tomó forma en un hecho que sacudió la fibra más íntima del país: un jubilado en Santa Fe, de entre 70 y 80 años, ingresó a una dietética y sacó un arma. No era un ladrón común. No gritó insultos ni se escondió. Dijo, con la voz quebrada: “Dame la plata, la necesito. Por favor te lo pido”. Ese por favor lo dijo todo. La desesperación no puede disfrazarse. Cuando un jubilado —el mismo al que le recortaron las jubilaciones para sostener el ajuste— tiene que robar para poder sobrevivir, es porque el sistema ya se rompió. Es porque el contrato social se hizo trizas.
Pero mientras eso pasa en las calles, ¿qué dice el gobierno de Javier Milei? Que la inflación está bajando. Que sacaron a 10 millones de personas de la pobreza. Que los jubilados están mejor. Que “el pueblo está feliz”. Viven en una realidad paralela, construida con estadísticas retocadas, discursos vacíos y un blindaje mediático vergonzoso. Repiten los delirios como si fueran verdades absolutas, mientras el país real se cae a pedazos.
¿De verdad creen que pueden sostener este relato cuando el “no llego a fin de mes” es la frase más escuchada en cada esquina? ¿De verdad piensan que la gente no ve que cada día puede comprar menos, que el sueldo alcanza para menos, que la comida, los servicios, los medicamentos están cada vez más lejos?
La respuesta, tristemente, parece ser que sí: creen que la gente es idiota. Pero les conviene recordar una frase que el propio presidente Milei dijo alguna vez, cuando todavía no se disfrazaba de mesías libertario: “¿Ustedes piensan que la gente es tan idiota? Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre y va a decidir algo para no morirse”. Ese momento llegó. Y cuando un jubilado —el símbolo más cruel de la fragilidad social— cruza la línea de la legalidad porque ya no tiene nada, es porque la Argentina está al borde del abismo.
Lo peor no es que el gobierno no lo vea. Lo peor es que lo ve y decide no hacer nada. O peor aún: decide mentir.