La casta libertaria: el Banco Nación también custodia los negocios del clan Menem

Mientras ajustan al Garrahan y niegan aumentos a los jubilados “porque no hay plata”, el Banco Nación adjudica casi 4 mil millones a Tech Security, una empresa de seguridad que hasta hace meses era de Martín Menem y hoy figura a nombre de sus hermanos. El gobierno libertario que vino a combatir a la casta reparte contratos millonarios entre familiares, socios y amigos. El Estado no lo destruyen: lo privatizan entre ellos.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

7/17/20252 min read

En la Argentina del “no hay plata”, hay plata. Mucha. Miles de millones. Solo que no es para jubilados, ni para el Garrahan, ni para educación, ni para ciencia, ni para los que ya no llegan a fin de mes. Es para los amigos, los hermanos y los socios de los que hoy gobiernan a los gritos y con motosierra. El último capítulo de este manual de cinismo lo protagoniza Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados y nuevo símbolo de esa “casta” que el mileísmo prometía combatir pero decidió abrazar con entusiasmo y caja.

La empresa Tech Security SRL, que “casualmente” fue propiedad de Menem hasta diciembre de 2023, acaba de ser la gran ganadora de una jugosa licitación del Banco Nación: un contrato de 3.933 millones de pesos para custodiar edificios públicos. El acuerdo contempla la seguridad de la sede central, oficinas estratégicas y hasta el Aeroparque. ¿Y a quién pertenece hoy la empresa? A Eduardo Adrián y Fernando Nicolás Menem, hermanos del presidente de la Cámara baja. Un negocio redondo, familiar y garantizado por el mismísimo Estado que dicen detestar.

¿Raro? No tanto. No es la primera, ni la única. GPS Group, otra firma ligada a la familia Menem, ya facturó cerca de 3.000 millones de pesos en contratos con el Estado libertario. Muchos de esos contratos eran antes de Tech Security, en una especie de pase de manos dentro del mismo clan. ¿Y hay más? Claro que sí. La Bizantina S.G.S.A., una empresa de limpieza asociada al entorno de los Menem, también se quedó con casi 1.300 millones de pesos en licitaciones estatales. ¿El broche de oro? Uno de esos contratos fue adjudicado nada menos que por la Cámara de Diputados que preside… Martín Menem. Un círculo perfecto de impunidad.

Este entramado no es solo escandaloso. Es una muestra obscena del doble discurso que sostiene el gobierno de Javier Milei. Mientras se jactan de querer dinamitar al Estado, lo usan como un cajero automático para beneficiar a los suyos. Mientras ajustan a los jubilados, firman contratos millonarios para custodiar oficinas públicas con empresas de hermanos. Mientras recortan presupuestos a hospitales como el Garrahan, el clan Menem se asegura una tajada multimillonaria de los fondos públicos. ¿No era que venían a terminar con los privilegios?

El relato libertario ya no resiste ni un mínimo análisis. Lo que nos vendieron como una cruzada contra la casta terminó siendo un saqueo silencioso y familiar. No se trata de un hecho aislado ni de una confusión administrativa. Es corrupción institucionalizada con nombre, apellido y boleta oficial.

Y entonces, uno se pregunta: ¿no era que el Estado era el enemigo? ¿No era que iban a destruirlo? Parece que no. Lo están usando. Se lo reparten. Lo exprimen. Y mientras tanto, repiten que “no hay plata” con la misma cara con la que te dicen que vinieron a salvarte.

Pero no vinieron a salvarte. Vinieron a hacer negocios. Vinieron a quedarse con todo. Los libertarios no destruyen al Estado: lo facturan. Y si es en familia, mejor.