La dura realidad de los jubilados: miseria y ajuste sin fin

La situación de los jubilados en Argentina se agrava cada día. Con un gobierno que promete superávit mientras congela bonos, elimina moratorias y reduce el poder adquisitivo, millones de adultos mayores enfrentan una lucha constante para sobrevivir. La canasta básica supera con creces el haber mínimo, y casos desesperados como el de un jubilado que tuvo que robar para comer reflejan la miseria creciente. El ajuste sin fin está condenando a los jubilados a la pobreza extrema, mientras las promesas de mejora quedan en palabras vacías.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Dominguez

10/17/20242 min read

El caso del jubilado que tuvo que robar cinco repelentes para vender y conseguir algo de comida es una muestra desgarradora de la situación crítica en la que se encuentran millones de adultos mayores en Argentina. Mientras tanto, el presidente Javier Milei asegura, con total liviandad, que las jubilaciones están "triplicadas en dólares". Esta afirmación no solo es falsa, sino también insultante para quienes no pueden cubrir sus necesidades básicas.

¿Cómo puede el presidente afirmar que las jubilaciones han mejorado cuando la realidad muestra lo contrario? Según la Defensoría de la Tercera Edad, la canasta básica para los jubilados alcanzó en septiembre los $912.584, casi cuatro veces más que la jubilación mínima, que apenas llega a $234.540, sumando un bono extraordinario de $70.000. Sin ese bono, la mayoría de los jubilados apenas puede costear la mitad de lo que necesitan para vivir dignamente. Los rubros más esenciales, como alimentos, vivienda y medicamentos, consumen el grueso de los ingresos, dejando a los jubilados en la encrucijada de tener que elegir entre comer o pagar sus remedios.

La eliminación de las moratorias para jubilados solo agrava el panorama, ya que muchas personas quedarán sin la posibilidad de acceder a una jubilación. A partir del próximo año, no habrá más moratorias, lo que significa que aquellos que no cumplan con los requisitos de aportes quedarán desprotegidos. Es otra medida que profundiza la desigualdad y el ajuste.

La situación se agrava con las políticas del gobierno de Milei y Caputo, quienes han anunciado que el bono para jubilados de la mínima continuará en 2025 pero sin ajuste por inflación. Esto significa que los $70.000 actuales, que ya son insuficientes, perderán aún más valor con el paso del tiempo, dejando a los jubilados con una pérdida proyectada de casi $100.000 a lo largo del año. Es una medida que condena a los adultos mayores a una pobreza aún más profunda.

Para aquellos que están al frente del gobierno, los jubilados son solo números en una planilla de Excel, cifras que pueden manipular para inflar sus logros y ocultar el deterioro real. Sin embargo, las cifras no mienten: la canasta básica del sector ha subido un 54,37% en los últimos siete meses, dejando a los jubilados sin la posibilidad de acceder a una vida digna. El encarecimiento del costo de vida, con gastos en alimentos, vivienda y medicamentos en constante aumento, muestra que los discursos optimistas del gobierno no tienen relación con la realidad cotidiana de quienes viven de una jubilación mínima.

Es una burla que el presidente hable de una "mejora fiscal" cuando la mayoría de los jubilados sigue sumido en la miseria. El discurso oficial parece más interesado en maquillar la crisis que en brindar soluciones reales. Decir que los argentinos son "50% más ricos" cuando un jubilado no puede ni siquiera costear su sustento diario es una falta de respeto absoluta. Es hora de que el gobierno deje de lado las mentiras y reconozca el sufrimiento real de millones de adultos mayores que ven cómo sus ingresos se evaporan mientras los precios no dejan de subir.

La realidad es dura y las cifras son claras: cuatro millones y medio de jubilados están siendo condenados a una pobreza estructural por un gobierno que promete "libertad" pero aplica políticas de ajuste despiadadas. Cuando un jubilado se ve obligado a robar para subsistir, no es solo un fracaso de la política económica, sino una tragedia moral.