La identidad siempre florece: una alegría inmensa por la aparición del nieto 140

Una noticia que emociona al país: apareció el nieto 140 gracias a la incansable lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. En medio del ataque del gobierno de Milei a las políticas de memoria, este hallazgo es una victoria del amor, la justicia y la verdad. Un abrazo demorado que florece a pesar del odio.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

7/7/20253 min read

En un país golpeado por la incertidumbre, el ajuste y la tristeza, hoy tenemos una razón profunda para celebrar. Una noticia que conmueve, que emociona, que enciende una llama de esperanza en el corazón de millones: las Abuelas de Plaza de Mayo confirmaron la restitución de la identidad del nieto 140. Sí, ciento cuarenta vidas recuperadas. Ciento cuarenta historias que volvieron a encontrarse con su verdad. Ciento cuarenta abrazos demorados que finalmente pueden darse.

La aparición del nieto 140 no es una simple cifra más en una estadística. Es una victoria inmensa de la vida sobre la muerte, de la memoria sobre el olvido, de la verdad sobre la impunidad. Es, también, un gesto de justicia, de reparación y de amor profundo en tiempos donde el odio y la negación intentan instalarse como norma desde los más altos niveles del poder.

Porque no es casualidad que este hallazgo ocurra en un contexto de agresión sistemática a las políticas de derechos humanos por parte del gobierno de Javier Milei. No es un hecho aislado que las Abuelas sigan buscando nietos mientras el Estado desmantela los organismos creados para acompañarlas. Mientras se vacía de presupuesto al Banco Nacional de Datos Genéticos, mientras se desarma la Conadi, mientras se intenta relativizar y banalizar el terrorismo de Estado, las Abuelas siguen de pie. Como siempre. Firmes, incansables, con esa dignidad serena que arrasa con la mentira.

La identidad siempre florece”, escribieron. Y no hay frase que capture mejor la profundidad de lo que significa cada restitución. Porque encontrar a un nieto es, también, sembrar una semilla de esperanza en una tierra herida. Es decirle al mundo que el horror no ganó. Que ni los vuelos de la muerte, ni las desapariciones forzadas, ni el robo sistemático de bebés pudieron borrar del todo la historia. Que hay quienes siguen buscando, amando, esperando. Y que a veces, el milagro sucede.

Este hallazgo llega además como un llamado de atención. Como un grito de la historia que nos recuerda que ya vivimos una etapa oscura que no puede, no debe repetirse jamás. Que no se trata de "pasado", como repiten quienes quieren cerrar esta herida sin haberla sanado. Se trata de presente y de futuro. Porque sin memoria no hay justicia, y sin justicia no hay democracia verdadera.

Mientras buena parte del país celebra este abrazo reencontrado, hay sectores que eligen mirar para otro lado. Algunos, incluso, se atreven a despreciarlo. El espacio libertario —tan vocal en su desprecio por los derechos humanos— ha demostrado una y otra vez que no valora, no respeta y ni siquiera comprende lo que significa la aparición de un nieto. No les conmueve. No les moviliza. Prefieren cuestionar el número de los 30.000 desaparecidos, relativizar los crímenes de la dictadura, atacar a las Abuelas y sus organismos con la liviandad de quien nunca sufrió ni entiende el dolor del otro.

Pero por más que griten, insulten o nieguen, no van a opacar esta fiesta. No van a robarnos la emoción, la ternura, la justicia de este momento. Hoy la Argentina se abraza con ese nieto, con su hermana que lo buscó durante años, con su historia que vuelve a nacer. Hoy ganamos todos.

Porque cada nieto que aparece no es solo un triunfo de las Abuelas. Es un triunfo del pueblo argentino. Es la prueba viva de que no pudieron con nosotros. Que aún con todo el aparato del Estado genocida, con toda la violencia y el silencio, la verdad sigue saliendo a la luz.

En tiempos donde se premia el cinismo, el egoísmo y la crueldad, este encuentro nos recuerda que la verdadera grandeza está en la búsqueda del otro, en la reparación, en el amor por la justicia.

Y esa es la sociedad que queremos construir: una donde no haya lugar para el odio ni la negación, sino para la memoria, el encuentro y la reparación.

Bienvenido, nieto 140. Te estábamos esperando.