Mientras Milei transmite, el país se derrumba

El presidente niega la devaluación, celebra aumentos salariales que no existen y se encierra en entrevistas con amigos mientras el hambre, el endeudamiento y la fuga de capitales devoran la Argentina real. El relato libertario no tapa el ajuste brutal ni la desesperación que ya ni los medios oficialistas pueden ocultar.

POLITICA NACIONAL

Por Julián Pereyra

4/17/20253 min read

Mientras Javier Milei insiste, con una sonrisa cada vez más incómoda, en que “los salarios le están ganando a la inflación” y que “no hay devaluación”, la calle grita otra cosa. Y no con metáforas, sino con hambre, con desesperación y con datos imposibles de maquillar. En un móvil televisivo, una mujer denuncia llorando que su hermano, portador de HIV, ya no recibe los medicamentos del PAMI. La respuesta de la notera de TN no fue repreguntar, ni siquiera escuchar: fue directamente sacarle el micrófono. Censurar el dolor, silenciar lo incómodo. Ni siquiera los medios amigos del gobierno se animan a dejar que la realidad interrumpa el relato.

Porque eso es todo lo que queda: un relato. Mientras la inflación se acelera —sí, el propio gobierno admitió que será del 15% mensual—, mientras los alimentos suben hasta un 20% en una semana, mientras los remedios escasean y los comercios se vacían, Milei se encierra en entrevistas de cinco horas con Alejandro Fantino, rodeado de preguntas tibias, metáforas de pizza y carcajadas fuera de lugar. El país arde, pero el presidente sigue en modo stand-up.

Desde la Casa Rosada se intenta sostener un teatro delirante en el que “todo mejora”. Esta semana, el jefe de Gabinete Guillermo Francos aseguró en el Congreso que “los salarios aumentaron un 117%” y que “todas las categorías le ganaron a la inflación”. No lo interrumpieron. No lo desmintieron. Nadie levantó una ceja. El diputado Eduardo Toniolli lo resumió perfecto: “Ni la inteligencia artificial le cree al ministro”. Y es que ni siquiera hace falta confrontar con datos: basta con caminar dos cuadras fuera del Congreso para ver que no alcanza ni para morfar.

La mentira es tan estructural que ya ni la disimulan. Francos, con total naturalidad, admitió en pleno Congreso que hubo una devaluación el lunes… y que el gobierno no va a hacer absolutamente nada. “Qué medidas vamos a tomar frente a la devaluación? Ninguna”, dijo, entre risas y con cara de póker. Lo dijo como si no fuera su responsabilidad, como si no estuviera hablando de un país que se hunde, como si no fueran ellos los que gobiernan.

Y mientras devalúan sin anunciar, el gobierno sigue endeudando al Banco Central a niveles demenciales. En solo un año y medio, la gestión Milei comprometió al país con una deuda de más de US$50.000 millones, entre el Tesoro, el FMI, organismos internacionales y ahora el propio BCRA. La última jugada incluye bonos Bopreal por US$3.000 millones para que las multinacionales puedan girar utilidades al exterior, más un crédito REPO por US$2.000 millones, todo para financiar la fuga legalizada de divisas. ¿Inversiones productivas? Ninguna. ¿Proyectos de desarrollo? Cero. Solo fuga. Solo endeudamiento.

Pero lo más grave no es el monto. Lo más grave es que lo hacen sabiendo que no hay dólares para repagarlo. Emiten deuda en moneda extranjera sin tener cómo responder. Condicionan al próximo gobierno, hipotecan las reservas futuras, y todo para sostener un atraso cambiario artificial que abarata el turismo en el exterior y destruye la industria nacional. Es el festival de los fondos golondrina, que entran seis meses, hacen su negocio y se van justo antes de las elecciones. Nadie sabe qué va a pasar el día después. Ni ellos.

Mientras tanto, Milei sigue tuiteando. Sigue en su mundo de likes, insultos a periodistas y frases ingeniosas. No gobierna: transmite. No gestiona: actúa. La puesta en escena es permanente. El relato lo es todo. Aunque en la panza vacía no entre ni un dólar MEP ni un bono Bopreal.

La realidad no entra en cadena nacional. Pero va a golpear igual. Y más temprano que tarde, también va a cobrar.