Milagro libertario: de 100 mil pesos a 100 mil dólares... y nadie pregunta nada

Una iglesia libertaria, un pastor amigo de Milei, y un milagro financiero que huele a lavado de dinero: 100 mil pesos que mágicamente se transformaron en 100 mil dólares en una caja de seguridad. Lo contó el hijo del pastor Jorge Ledesma, con total impunidad, en el mismo templo que el Presidente fue a inaugurar en Chaco. El absurdo roza lo delictivo, pero nadie se escandaliza. Si esto lo decía un funcionario peronista, habría cadena nacional de indignación. Pero como es Milei, todo se naturaliza. Argentina no será un país serio mientras los milagros financieros se aplaudan en lugar de investigarse.

POLITICA NACIONAL

Por Julián Pereyra

7/7/20253 min read

El hijo del pastor Jorge Ledesma, líder de la iglesia “Portal del Cielo” que Javier Milei inauguró con bombos, platillos y aleluyas en Chaco, lanzó una de las frases más desopilantes y ofensivas de los últimos tiempos. Según su relato, su papá, el pastor, guardó 100 mil pesos en una caja de seguridad y, al año, ¡oh milagro! cuando fue a abrirla, los billetes se habían transformado en 100 mil dólares. Así. De un saque. Como si el Espíritu Santo ahora manejara mesas de dinero paralelas.

Lo increíble no es solo la impunidad con la que se dice semejante burrada, sino que absolutamente nadie —ni medios, ni periodistas, ni fiscales, ni jueces— parece inmutarse. Ningún editorial de domingo. Ningún zócalo escandalizado en los canales que se desgarran las vestiduras si un dirigente social compra una licuadora en 12 cuotas. Ninguna causa judicial por lavado, evasión, enriquecimiento ilícito o, al menos, por estafa a la razón humana. Nada. Solo silencio.

Pero claro, la explicación es sencilla: no es un dirigente peronista. Porque si lo fuera, ya estarían los operadores judiciales activando causas express, los canales de noticias transmitiendo en cadena y la oposición pidiendo interpelaciones y cadenas perpetuas. En cambio, acá es distinto: es el hijo de un pastor evangélico vinculado al Presidente libertario, un gobierno que se disfraza de anticasta mientras bendice a personajes que confiesan cosas más propias de un sketch de Capusotto que de una república en funcionamiento.

Porque seamos claros: si hay un milagro, no bajó del cielo. El milagro se llama Milei y el sacramento es el lavado de dinero. ¿O qué se supone que estamos viendo? ¿Una especie de economía paralela mística donde la multiplicación de los dólares viene por obra y gracia de la fe libertaria?

Y no es la primera vez que esta gente se zambulle en el delirio con la complicidad de los micrófonos amigos. Recordemos que en ese mismo templo afirmaron que a una mujer “le volvió a crecer un dedo que le faltaba”. ¿Qué sigue? ¿Que el INDEC confirme que la inflación baja gracias a un pacto con Dios? ¿Que la deuda externa se pague rezando 12 Ave Marías y 3 Padre Nuestro?

La impunidad es tan obscena que ni siquiera se esfuerzan en esconderla. La declaran. La celebran. La predican. Y lo hacen con una soltura que estremece. Mientras tanto, Argentina atraviesa una crisis de gas, hambre, endeudamiento masivo de la población, despidos y caída del consumo. Pero tranquilos, los amigos de Milei construyen iglesias con pesos que se convierten en dólares por arte de magia, y nadie —nadie— levanta la voz.

¿Dónde están ahora los fiscales de la república? ¿Dónde los paladines de la transparencia? ¿Dónde los periodistas que juraban que iban a perseguir la corrupción “venga de donde venga”? La respuesta es obvia: callados, mirando para otro lado. Porque esto no es un país serio, es un escenario donde la vara cambia según quién esté en el poder.

Y mientras la Justicia condena sin pruebas a figuras como Cristina Fernández de Kirchner, y la sociedad se indigna si una dirigente social recibe donaciones, estos personajes transforman pesos en dólares y encima dicen que fue “un milagro”. Todo esto frente a un Presidente que aplaude, sonríe y corta la cinta en la puerta del templo.

Entonces no nos hagamos más los tontos: mientras sigamos tolerando este nivel de barbarie con una mezcla de fe ciega, complicidad mediática y resignación colectiva, Argentina no va a ser nunca un país serio. Porque no hay república posible cuando los milagros financieros no se investigan, se aplauden. Y no hay democracia saludable cuando el absurdo se naturaliza y la impunidad se convierte en dogma.

La verdadera fe que necesita este país no es en milagros de divisas, sino en la justicia, la igualdad y la verdad. Lo demás es humo, lavado y bendiciones para unos pocos.