Milei, el bufón de Trump que volvió con las manos vacías
Javier Milei viajó a Estados Unidos en múltiples ocasiones, se sacó fotos, bailó, se maquilló y elogió sin descanso a Donald Trump en cada oportunidad que tuvo. Se arrodilló ante el expresidente norteamericano buscando su aprobación, vendiéndose como su mayor admirador y repitiendo el libreto trumpista con devoción. Sin embargo, cuando llegó el momento clave, Trump no dudó en imponer un arancel del 25% al acero y aluminio argentinos, dejando a Milei completamente expuesto.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Dominguez
2/12/20253 min read


Javier Milei viajó, bailó, se maquilló, se arrodilló, aduló y mendigó en cada rincón de Estados Unidos, solo para recibir una patada en la cara. Mientras el presidente libertario se deshacía en elogios por Donald Trump su “ídolo” le aplicó un tarifazo brutal a la Argentina: aranceles del 25% al acero y aluminio. ¿La reacción de Trump cuando le preguntaron si haría una excepción con nuestro país? “No”. Simple, contundente, humillante.
Lo que Milei vendió como una “relación especial” con Estados Unidos terminó en un cachetazo económico que costará más de 600 millones de dólares al año y pondrá en jaque cientos de puestos de trabajo. ¿Tantas giras internacionales, besamanos y ridículos espectáculos mediáticos para esto? Parece que sí.
La diplomacia del ridículo
Nueve veces viajó Milei a Estados Unidos desde que asumió, y en cada una de esas visitas se encargó de protagonizar papelones históricos. Desde discursos delirantes hasta bailes grotescos, todo con el objetivo de ser aceptado por su club de ídolos neoliberales. Fue a la convención de ultraderecha CPAC, se disfrazó de estadista en Wall Street, se hizo el rockstar en la Universidad de Stanford y hasta se tomó selfies con los lacayos de Trump. Pero lo que nunca consiguió fue algo útil para Argentina.
El problema es que Milei no entiende cómo funciona el mundo. En su cabeza, la política exterior es un fandom donde los más fieles reciben premios y reconocimientos. Pero Trump, como todo empresario despiadado, solo actúa por interés. Y su interés no es Argentina, sino proteger a las industrias de su país.
El golpe que Milei no vio venir
El gran momento de la traición llegó cuando Trump firmó su decreto de aranceles al acero y aluminio. Y cuando le preguntaron si Argentina quedaba exenta, el tipo ni se molestó en dar una respuesta elaborada. Solo dijo “sin excepciones” y pasó a otro tema. Milei, que se cree un genio del liberalismo, terminó siendo víctima del proteccionismo más burdo.
Lo más patético de todo es que mientras Trump anunciaba los aranceles, el gobierno argentino seguía vendiendo la idea de un “Tratado de Libre Comercio” con Estados Unidos. ¿Cómo? ¿Acaso Milei cree que Trump, el mismo que impuso estos aranceles, va a regalarle un acuerdo especial?
Nada de lo que hizo Milei en estos meses sirvió para frenar la embestida. No sirvieron sus discursos de odio al comunismo, no sirvieron sus entrevistas en Fox News, no sirvió su devoción absoluta por Trump. Se arrodilló por completo y lo dejaron pedaleando en el aire.
Argentina, la última de la fila
Lo que más duele es la falta de reacción del gobierno. En vez de plantarse o al menos hacer un mínimo reclamo, Milei y su equipo siguen en modo grupo de fans. No hay protesta, no hay reclamo diplomático, no hay estrategia para defender la industria nacional. Argentina, un país con recursos, con historia, con capacidad de negociación, quedó reducida a un espectador mudo ante un cachetazo comercial.
Milei creyó que su fanatismo por Trump lo iba a convertir en un aliado privilegiado. Pero en la realidad de la política internacional, los sumisos no consiguen favores, solo humillaciones. Y Trump, que huele la debilidad a kilómetros, vio en Milei un personaje útil para su show, pero inútil para la diplomacia.
Mientras tanto, en Argentina, la industria del acero y el aluminio ya está en alerta. Menos exportaciones, menos dólares, más desempleo. Un costo altísimo para una economía que ya está en terapia intensiva. Pero claro, para Milei lo importante es seguir viajando, seguir actuando, seguir adulando a los poderosos. Aunque en el camino, Argentina termine arrastrándose como él.