Milei se ríe de la pobreza: el desprecio absoluto hacia un país en crisis

Javier Milei, en un gesto que indigna al país, admitió entre risas haber llevado la pobreza al 57%, demostrando una alarmante falta de empatía hacia millones de familias que no pueden acceder a una canasta básica. El desprecio del presidente hacia quienes más sufren en una de las peores crisis sociales y económicas de la historia reciente.

POLITICA NACIONAL

Por Julian Pereyra

12/12/20242 min read

Javier Milei, presidente de la Nación, ha dejado en claro una vez más que no siente ninguna empatía por los millones de argentinos que enfrentan una de las peores crisis de las últimas décadas. En un comentario que provoca indignación, admitió entre risas que "nosotros llevamos la pobreza al 57%". Así, no solo reconoce el descalabro económico que su gobierno profundizó, sino que además lo minimiza, como si las vidas de las familias afectadas fueran un simple chiste.

¿Cómo se llega a este nivel de desconexión? En un país donde el 57% de las personas viven en condiciones de pobreza, incluyendo a aquellos que no pueden acceder a una canasta básica de alimentos, este tipo de declaraciones son una cachetada para todos los argentinos. Especialmente para los sectores más vulnerables, quienes hoy deben elegir entre comer o pagar medicamentos, mientras que el gobierno parece más preocupado por los números de las exportaciones que por el bienestar de su población.

Las risas de Milei no son aisladas; son el reflejo de un gobierno que prioriza el ajuste brutal sobre las políticas sociales. Mientras él se burla, miles de familias enfrentan la angustia de no llegar a fin de mes. En Córdoba, donde Milei obtuvo un amplio apoyo en las elecciones, el 57% de los habitantes no puede acceder a alimentos básicos. ¿Es esto lo que votaron? ¿Es esta la "libertad" prometida?

El desprecio que Milei demuestra con sus palabras no es solo hacia las estadísticas; es hacia las personas detrás de esos números. Cada punto porcentual de pobreza representa niños sin futuro, jubilados sin medicamentos y trabajadores que, a pesar de dar todo, no pueden salir adelante. Y mientras tanto, el presidente se ríe.

Su falta de empatía deja un mensaje claro: este gobierno no gobierna para el pueblo. Su prioridad no es solucionar la crisis, sino justificarla. Porque, después de todo, ¿cómo se justifica un proyecto político que ha llevado al país a una tragedia económica y social sin precedentes? Milei parece tener la respuesta: con cinismo y risas.

Los argentinos no merecen un líder que trate sus desgracias como motivo de burla. Merecen un gobierno que se preocupe por ellos, que entienda su sufrimiento y que actúe para mejorar su calidad de vida. Pero mientras Milei siga riendo, el país seguirá llorando.