Nissan se va del pais: el fracaso del modelo libertario de Milei
El modelo de desregulación económica impulsado por el gobierno de Javier Milei sigue mostrando sus consecuencias devastadoras en la industria nacional. La reciente confirmación del cierre de la producción de Nissan en Córdoba y la paralización de Fiat durante una semana reflejan el impacto de una política que prioriza la apertura de importaciones en detrimento de la producción local y el empleo.
POLITICA INTERIOR
Federica Perez
4/1/20252 min read


El cierre de la producción de la pick-up Frontier en la planta de Santa Isabel, en la zona sur de Córdoba Capital, no solo afecta directamente a los trabajadores de la automotriz, sino que tiene un efecto en cadena en toda la industria. Nissan ya ha comunicado a sus proveedores una reducción del 50% en las compras para este año, lo que significa menos trabajo y más incertidumbre en un sector que ya viene golpeado. A esto se suma el anuncio de Renault, que también dejará de producir el modelo Alaskan en la misma planta, agravando la crisis laboral en la región.
Bajo la gestión de Milei, la falta de incentivos a la industria y la liberalización de importaciones han generado un éxodo de multinacionales que prefieren instalarse en países con políticas más previsibles y estables. El propio CEO de Nissan Argentina, que a comienzos de 2024 hablaba de crecimiento y proyección a largo plazo, hoy se enfrenta a la realidad de una economía en picada y a la imposibilidad de sostener la producción local.
Las consecuencias de estas políticas son alarmantes. La apertura indiscriminada de importaciones ha debilitado la industria automotriz nacional, que ya contaba con un bajo porcentaje de componentes fabricados en el país. Con las nuevas condiciones impuestas por el gobierno, la utilización de piezas locales será aún menor, lo que profundiza la dependencia del exterior y destruye la cadena de valor nacional.
Mientras las automotrices reducen su producción y despiden trabajadores, el gobierno se mantiene inerte, sin ofrecer soluciones concretas para proteger el empleo y la industria. La respuesta de la burocracia sindical tampoco ha estado a la altura de las circunstancias. El gremio Smata se ha limitado a declarar un "estado de alerta", sin impulsar un plan de lucha efectivo para frenar la avanzada del gobierno y las patronales contra los trabajadores.
El paro del 10 de abril debe ser el puntapié inicial para una respuesta contundente de los sectores populares frente a un gobierno que solo ha traído ajuste, desempleo y retroceso industrial. Es urgente que desde las bases se impulse un plan de acción que rompa la pasividad de la dirigencia sindical y enfrente el desguace del aparato productivo nacional.
El modelo de Milei, basado en la especulación financiera y el desmantelamiento del Estado, solo ha traído más pobreza y precarización laboral. Los despidos y suspensiones en la industria automotriz son solo la punta del iceberg de una crisis que golpea a los trabajadores mientras beneficia a los grandes capitales extranjeros.
Es hora de ponerle un freno a esta política de tierra arrasada y defender la producción nacional con un modelo económico que priorice el trabajo, la soberanía industrial y la justicia social.