Otro ataque del gobierno: niegan el aumento a los jubilados y amenazan con subir impuestos si el Congreso insiste
Mientras la Cámara de Diputados aprobó un modesto aumento del 7,2% a las jubilaciones y una suba del bono previsional a $110.000, Javier Milei ya adelantó que lo vetará si el Senado lo convierte en ley. Con el pretexto del “déficit cero”, el gobierno vuelve a castigar a los jubilados, mientras derrocha millones en fondos reservados, giras internacionales y trolls rentados. La misma casta a la que Milei decía enfrentar, hoy se protege a costa de los sectores más vulnerables.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Domínguez
6/5/20253 min read


Anoche, con 142 votos afirmativos y 67 en contra, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó una recomposición del 7,2% en los haberes jubilatorios y un aumento del bono previsional a $110.000. Una medida mínima, casi simbólica, para un sector de la población que vive con la soga al cuello: los jubilados. Esos mismos que trabajaron décadas y hoy, en vez de descanso y dignidad, reciben indiferencia, miseria y desprecio estatal. Sin embargo, y casi como si se tratara de una amenaza, Javier Milei salió a confirmar que vetará este aumento si el Senado lo convierte en ley.
Lo dijo sin tapujos, con la frialdad de quien no conoce el hambre ni la vejez. “Demagogia populista”, escribió en X. Y remató con su mantra vacío: “Déficit cero o muerte”. Una frase que ya no es una política económica sino un dogma cruel, un latigazo diario contra los más débiles. El gobierno de Milei, que dice no negociar el equilibrio fiscal, parece negociar sin problemas la dignidad de los argentinos.
Porque mientras se niega un aumento miserable a jubilados que no pueden pagar ni los remedios, sí hay plata para los fondos reservados de la SIDE, que se incrementaron en silencio y por decreto. Sí hay recursos para financiar los tours internacionales del Presidente, que viaja por Europa y Medio Oriente a recibir premios irrelevantes o a buscar fotos para su ego. Sí hay millones para sostener a sus trolls libertarios, que ensucian redes y medios repitiendo el guion de que “no hay plata”... excepto, claro, cuando se trata de ellos.
Lo que no hay, lo que siempre falta, es empatía, humanidad, compasión. Milei puede hablar horas sobre teoría austríaca y déficit fiscal, pero no dedica ni un minuto a ver lo que significa sobrevivir con $200.000 por mes. No se conmueve ante abuelos que dejan de comprar comida para poder pagar sus medicamentos. Para él, todo eso es “populismo”, como si la justicia social fuera un insulto y no un imperativo moral.
Como si todo esto fuera poco, ahora el Presidente también amenaza con subir más impuestos si el Congreso insiste en aprobar leyes que beneficien a sectores vulnerables. Es el colmo del cinismo: no hay plata para los jubilados, pero si el Congreso les da algo, entonces Milei ajustará al resto del país. Una extorsión lisa y llana, que confirma la lógica perversa del ajuste: nunca pagan los que más tienen, siempre los que menos pueden.
Y en medio de este delirio, hay una pregunta que grita por respuestas: ¿Qué pasó con el Milei de 2019? Ese que lloraba frente a las cámaras indignado por lo que cobraban los jubilados. Ese que acusaba a “la casta” de condenarlos a la miseria. Hoy, ese mismo Milei es Presidente, y no sólo no mejora la situación: anuncia con orgullo que va a vetar un aumento miserable mientras se sube a un avión rumbo a Madrid, París o Tel Aviv.
Ni siquiera el Milei de hace cinco años podría defender al Milei de hoy. Se avergonzaría. Gritaría contra él. Y quizás, con razón, le diría lo mismo que nos repite hoy a nosotros con arrogancia: “ustedes son la casta”. Porque si negarle a un jubilado una ayuda básica para poder comer no es propio de la peor casta, entonces la palabra ya no significa nada.
Javier Milei no sólo va a vetar un aumento: va a vetar la dignidad de los jubilados. Y con eso, está vetando también su propia historia, su discurso de outsider, su supuesta rebeldía. Hoy gobierna como lo peor de lo que decía combatir. Con saña, con soberbia y con desprecio. Para los jubilados no hay plata, pero para el show libertario, el ajuste hacia abajo y el odio planificado, sobra.