Paka Paka libertario: del "fin del adoctrinamiento" al panfleto animado de ultraderecha
El gobierno de Javier Milei prometió una Paka Paka “sin bajada de línea ideológica”, pero terminó convirtiéndola en un canal de adoctrinamiento libertario. Con la incorporación de Tuttle Twins, la censura a Zamba y una millonaria inversión en dólares para transmitir Dragon Ball, el canal infantil público se transforma en un panfleto animado de ultraderecha.
POLITICA NACIONAL
Por Julián Pereyra
5/27/20253 min read


El gobierno de Javier Milei lo prometió con solemnidad: "Vamos a arreglar Paka Paka, basta de bajada de línea ideológica". Sonaban épicos, casi como paladines de la neutralidad, defensores de una infancia libre de “adoctrinamiento”. Pero como ya es costumbre en esta administración, lo que decían no tenía nada que ver con lo que realmente harían. Porque lo que en realidad querían era esto: convertir al canal infantil público en un experimento de propaganda libertaria desde la cuna. Y lo están logrando.
Hoy Paka Paka ya no es el canal que ofrecía contenidos con perspectiva histórica, social, de género o cultural. Hoy es la plataforma de difusión de Tuttle Twins, una serie animada importada desde el corazón de la ultraderecha norteamericana, que enseña a los chicos que los impuestos son un robo, que el Estado es una amenaza, que el mercado se regula solo y que Ludwig von Mises es un superhéroe. La bajada de línea que juraban combatir, ahora tiene nombre propio, doblaje criollo y espacio privilegiado en la grilla.
Es el colmo de la hipocresía. Los mismos que lloraban escandalizados por Zamba con Belgrano en la Vuelta de Obligado, los que gritaban "¡adoctrinamiento!" cada vez que un programa hablaba de derechos humanos o de inclusión, hoy usan la pantalla pública para meterle en la cabeza a los pibes que el Estado es el enemigo y que la única libertad posible es la de consumir. A eso le llaman neutralidad.
Prometieron "arreglar" a Zamba, el chico de Clorinda, ícono cultural del canal y puente entre millones de niños y la historia argentina. ¿Y qué hicieron? Lo escondieron. Lo vaciaron. Lo reemplazaron por dibujos for export que, en lugar de conectar con nuestra identidad, venden una ideología importada, dogmática y profundamente antipopular. Zamba molestaba porque hablaba de San Martín y Evita, porque no celebraba al mercado ni llamaba “casta” a los próceres.
Pero el desguace no termina ahí. El "arreglo" de Paka Paka incluyó también una maniobra escandalosa: la compra de los derechos de Dragon Ball y Dragon Ball Z por USD 163.000 más IVA. En dólares. En plena motosierra. Mientras se cierran programas educativos, se ajustan partidas, se congelan paritarias y se vacía de contenido nacional el canal, el gobierno desembolsa cifras millonarias para pasar animé. El símbolo de la infancia neoliberal tenía que estar.
Y no se trata de una mejora técnica o artística: se trata de un giro ideológico planificado, con ejecución política. Se desmanteló la planta de trabajadores del canal, se paralizaron producciones propias, se impusieron nuevos cargos jerárquicos con vínculos directos con el oficialismo y se manejaron las adquisiciones de contenido por fuera de los mecanismos habituales. Todo, claro, en nombre de la libertad.
La doble vara libertaria no puede ser más grotesca: cuando el Estado produce contenido con mirada social, es adoctrinamiento; pero cuando ellos lo usan para predicar su dogma ultraliberal, es pedagogía de la libertad. Se llenaron la boca con que el Estado no debía intervenir en la educación ni en la cultura, y hoy hacen exactamente eso, pero desde el poder, con fondos públicos y en horario infantil.
Paka Paka no está siendo reformado. Está siendo intervenido, colonizado, reconvertido en una herramienta de ingeniería ideológica al servicio de un proyecto que desprecia lo público pero no duda en usarlo cuando se trata de imponer su visión de mundo. No es un gobierno que combate el adoctrinamiento: es un régimen que busca monopolizarlo. Y empieza por los más chicos.
Lo que estamos viendo no es una política cultural. Es un experimento de lavado ideológico animado, financiado por todos, dirigido por un gobierno que juraba venir a “terminar con la casta” y terminó convirtiendo un canal infantil en un panfleto de ultraderecha. Desde la pantalla pública, y con Gokú y Von Mises de la mano, están tratando de colonizar la infancia. Porque saben que el futuro no se disputa sólo en la economía: también se disputa en los dibujos animados.