Papelón internacional: hackers usan la cuenta oficial de la PFA para estafas digitales

La cuenta oficial de X (Twitter) de la Policía Federal Argentina fue hackeada y utilizada para promocionar una criptomoneda, dejando al descubierto la incapacidad del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich para proteger incluso lo más básico. Un papelón internacional que cuestiona cómo manejan los datos de millones de argentinos mientras se llenan la boca hablando de “seguridad” y “ciberpatrullaje”.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

9/27/20253 min read

Si alguna vez pensaste que la Policía Federal Argentina estaba a cargo de protegernos de los delitos más graves, de controlar el narcotráfico o de resguardar nuestros datos personales, prepárate para reír (o llorar) con lo último en incompetencia estatal. Porque, sí: la cuenta oficial de X de la PFA fue hackeada para promocionar una criptomoneda. Sí, leíste bien. La cuenta que maneja información sensible de millones de argentinos se convirtió en un kiosquito digital de estafa.

Empecemos por lo obvio: la “seguridad” que supuestamente garantiza la Policía Federal, bajo la mirada de Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, no puede ni proteger una cuenta de Twitter. Es más, mientras los hackers publicaban mensajes sobre un token llamado $MIRA y organizaban airdrops falsos, la ministra seguía mirando el mundo con su clásica paranoia: “ataque internacional”, “conspiración extranjera”… y uno piensa: ¿de verdad creen que el mundo está pendiente de nuestra querida Argentina para mandar un ejército de hackers a promocionar criptos? No, esto no fue un ataque sofisticado ni un complot global: esto fue pura incompetencia y desidia.

Ahora, pongámonos serios por un segundo… o intentémoslo. Esta gente maneja nuestros datos personales, los mismos que deberían proteger como oro en paño. DNI, direcciones, historiales criminales… toda esa información sensible confiada a un sistema que, al parecer, es más fácil de vulnerar que la contraseña de un correo olvidado. Mientras tanto, la PFA se queda mirando cómo alguien hace negocio con su cuenta oficial y nosotros, ciudadanos de a pie, nos quedamos con la pregunta: si no pueden proteger X, cómo diablos vamos a esperar que controlen narcotráfico, delitos financieros o amenazas reales?

Y sí, todo apunta a una única responsable: Patricia Bullrich. La ministra que repite como un disco rayado sobre “ciberseguridad” y “protocolos de protección” se quedó con la boca abierta mientras su propia gente virtual era desvalijada. Cada posteo promocionando $MIRA, cada enlace de phishing, cada video engañoso: todo un espectáculo de cómo se puede pasar de ser garante de la ley a anfitriona de estafadores en tiempo récord.

Por supuesto, la versión oficial habla de “ataque informático internacional”. Pero todos sabemos que no hay fuerzas oscuras globales pendientes de Argentina; esto es consecuencia directa de la negligencia interna. No se implementaron medidas básicas: autenticación de dos factores, monitoreo en tiempo real, protocolos de encriptación. Nada. Solo una cuenta oficial vulnerable que termina siendo un escaparate para scammers. Ironía pura: mientras la ministra promete “orden y seguridad”, los hackers hacen caja desde la plataforma oficial.

El ridículo es completo, y la bronca, inevitable. No estamos hablando de un error menor: la cuenta recuperó el control en un par de horas, sí, pero eso no borra la evidencia de que la seguridad digital argentina es un chiste caro. Mientras tanto, el mundo observa cómo un país que presume de avances tecnológicos y control sobre la información se queda en pañales frente a cualquier atacante medianamente ingenioso.

Y aquí viene lo más ácido: si no pueden resguardar una cuenta de X, ¿qué garantías tenemos de que protegen millones de datos personales que manejan a diario? Es como poner a alguien con dos dedos de frente a cuidar un banco y descubrir que el guardia deja la puerta abierta para que cualquiera entre a robar. Solo que en este caso, los ladrones son internacionales, digitales, y nosotros seguimos pagando la luz, el gas y la seguridad… mientras Bullrich sigue hablando de ciberpatrullaje como si esto fuera suficiente para dormir tranquilos.

En conclusión, el hackeo a la cuenta de X de la Policía Federal Argentina no es solo un papelón: es un espejo de la incompetencia estructural de quienes nos prometen seguridad mientras se dedican a tapar con frases hechas y protocolos que no funcionan la realidad cruda: sus sistemas son vulnerables, su vigilancia es insuficiente y, al final del día, los ciudadanos somos los que quedamos expuestos a la estafa y al ridículo internacional.

Así que sí, podemos respirar tranquilos… o no. Porque mientras Bullrich siga presumiendo de “ciberseguridad”, alguien, en algún lugar, seguramente ya está pensando cómo usar la próxima vulnerabilidad para convertir la cuenta oficial de la PFA en otro escaparate de criptos fraudulentas. Y nosotros, otra vez, solo podemos mirar y preguntarnos: ¿qué podría salir mal después de esto? Spoiler: probablemente todo.