Presupuesto 2026: Milei lo presenta por cadena nacional en medio de derrotas, internas y recortes
El Presidente busca mostrarse fuerte tras el golpe electoral en Buenos Aires, pero lo hace sin haber presentado los presupuestos 2024 y 2025. Mientras promete “equilibrio fiscal”, avanza con la motosierra contra provincias, universidades, el Garrahan y hasta los ATN que pedían los gobernadores. Más que un plan económico, la cadena nacional parece un maquillaje para disimular la debilidad política y las tensiones dentro de su propio gobierno.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Domínguez
9/15/20254 min read


Javier Milei volverá a hablarle al país esta noche a las 21 horas, en una nueva cadena nacional que promete mucho ruido y pocas nueces. El motivo oficial: la presentación del Presupuesto 2026, un proyecto que el Gobierno enviará al Congreso como si se tratara de un hito de gestión. El problema es que el mismo Milei nunca presentó los presupuestos de 2024 ni de 2025, dejando un vacío que habla más de improvisación y opacidad que de planificación económica.
El presidente intenta mostrarse hiperactivo luego de la derrota en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo le sacó 14 puntos de ventaja (47% a 33%), y en medio de unas internas que corroen desde adentro a La Libertad Avanza. El apuro por instalar agenda, multiplicar actos y aparecer en escena responde menos a un espíritu de gestión que a una necesidad política: Milei necesita tapar la imagen de un gobierno que perdió iniciativa y que empieza a quedar a la defensiva.
Una agenda cargada para dar señales de poder
El lunes se presenta como un día “histórico” en la Casa Rosada, según intentan difundir desde el oficialismo. A primera hora, Milei encabezará la “mesa política”, un espacio que ya existía antes de la derrota pero que ahora se relanza con la intención de mostrar conducción. Más tarde le tomará juramento a Lisandro Catalán como nuevo ministro del Interior, en reemplazo de una estructura degradada a secretaría en los últimos años.
Al mediodía será el turno de la “mesa bonaerense”, otra reunión destinada a exhibir movimiento y aplacar críticas internas. Pero la frutilla del día llegará a la noche, con la cadena nacional donde el Presidente presentará el Presupuesto 2026, rodeado de sus ministros como escenografía de unidad.
La semana continuará con un viaje a Paraguay, donde participará de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), y con un miércoles clave en la Cámara de Diputados: allí la oposición buscará voltear los vetos presidenciales contra la ley de financiamiento universitario, la ley de emergencia pediátrica que beneficiaba al Garrahan y la norma de distribución automática de los ATN. Una agenda cargada, sí, pero más diseñada para disimular debilidades que para resolver problemas de fondo.
Presupuesto 2026: el relato de la motosierra
La paradoja del día es evidente: Milei presenta un presupuesto para 2026, pero jamás envió al Congreso los de 2024 ni 2025. La excusa oficial es que esos años fueron de “transición” o de “urgencia”, pero lo cierto es que la falta de presentación habla de un gobierno que improvisa sobre la marcha y que rehúye a la transparencia institucional más básica.
El mensaje repetido será el de siempre: “equilibrio fiscal” como bandera, “no hay plata” como excusa. En la práctica, significa insistir en un ajuste que ya mostró sus límites. La inflación no cede al ritmo prometido, los salarios siguen en caída y la recesión golpea fuerte a las economías regionales. Sin embargo, el Presidente se aferra a la motosierra no como herramienta técnica sino como gesto de poder, una forma de disciplinar a opositores, gobernadores y a la sociedad entera.
El veto a la ley de coparticipación de ATN fue un punto de quiebre. Esa norma había sido impulsada y votada por los 24 gobernadores, quienes buscaban un reparto más equitativo y menos discrecional de los recursos. Milei la vetó de un plumazo, dejando a las provincias sin una de sus principales herramientas financieras y profundizando la sensación de destrato.
Las reacciones no se hicieron esperar. Gustavo Sáenz lo dijo con crudeza: “no son leones, son palomas de iglesia”. Martín Llaryora, Maximiliano Pullaro, Gustavo Valdés, Ignacio Torres, Carlos Sadir y Claudia Vidal marcaron distancia con la Casa Rosada, denunciando la contradicción de un gobierno que habla de diálogo mientras cierra la canilla de los fondos. En este contexto, el flamante ministro Catalán tiene una misión imposible: tender puentes donde Milei ya dinamitó los cimientos.
Una cadena para la tribuna, no para gobernar
La cadena nacional de esta noche no será recordada por los números del Presupuesto 2026, que difícilmente sorprendan a alguien. Será, más bien, un acto de supervivencia política: un Presidente que necesita mostrarse fuerte mientras lidia con internas, derrotas y un Congreso dispuesto a desafiar sus vetos.
La contradicción es evidente. Milei se vende como un defensor del equilibrio fiscal, pero al mismo tiempo usa la motosierra como castigo político: castiga a las provincias que lo enfrentan, a los estudiantes que defienden la universidad pública y hasta a los enfermos del Garrahan. Su economía es menos un plan de desarrollo que un repertorio de sanciones.
En definitiva, el Presupuesto 2026 llega como un guion más de la maquinaria de humo oficial. Una puesta en escena que busca ocultar la falta de gestión concreta y la creciente debilidad de un gobierno que, más que gobernar, parece obsesionado con ajustar cuentas políticas.
La cadena nacional de esta noche será mucho más un ejercicio de marketing que de gobierno. Milei intentará instalar que todavía tiene el control, pero lo que exhibe es un liderazgo cada vez más aislado, que confunde disciplina fiscal con revancha política.