Se cayó el relato: el gobierno admite que se vienen meses de alta inflación

Después de meses de vender humo con estadísticas maquilladas y discursos de fantasía, el propio gobierno de Javier Milei tuvo que salir a blanquear lo que ya se vive en cada rincón del país: se vienen meses de alta inflación. Sí, lo dijeron ellos. En la Casa Rosada ya no pueden sostener más el verso y admiten que los precios seguirán subiendo fuerte, incluso cuando todavía no pegó del todo el impacto de la crisis global del comercio ni la devaluación que exige el FMI.

Este sincericidio oficial expone con crudeza lo que muchos venían denunciando: el gobierno sabía perfectamente lo que estaba pasando, pero eligió mentir. Eligió sostener un relato falso mientras ejecutaba un ajuste salvaje que cae como una guillotina sobre trabajadores, jubilados y sectores populares. Eligió aferrarse a estadísticas amañadas, recortes selectivos y operaciones mediáticas montadas desde medios militantes como La Derecha Diario, La Nación+ y compañía.

Mientras ellos hablaban de que “la inflación baja todos los meses” y que “ya pasó lo peor”, en las calles el panorama era otro: góndolas inalcanzables, changuitos vacíos y la frase “no llego a fin de mes” repitiéndose como un eco nacional. Hoy, ese reclamo se volvió un grito desesperado, porque ni siquiera la mentira pudo tapar el desastre económico que están profundizando.

La inflación, que según las últimas encuestas ya volvió a encabezar las preocupaciones de la ciudadanía junto con la inseguridad, no da tregua. Los alimentos suben semana a semana, los alquileres son impagables, las tarifas aumentan sin piedad y los ingresos reales se derrumban. Pero mientras tanto, el gobierno sigue con la cantinela libertaria, disfrazando de épica una política de entrega total, donde el único plan económico es recortar, endeudar y ajustar.

La verdad es clara: usaron datos manipulados para justificar un ajuste criminal. La promesa era que los precios bajarían, que la inflación se congelaría, que la economía “tocaba fondo” y empezaba a rebotar. Pero hoy sabemos que no era otra cosa que marketing de campaña. Porque mientras el pueblo hace malabares para sobrevivir, el presidente se la pasa viajando, sacándose selfies con gorras en el extranjero y felicitándose a sí mismo por un supuesto éxito que no existe.

No se trata de ideologías ni de grietas. Se trata de realidad. Y la realidad es que el ajuste ya está matando a millones y todavía no vimos lo peor. La inflación va a seguir subiendo, y lo único que baja es el poder adquisitivo, la esperanza y la paciencia del pueblo.

Basta de mentiras, basta de relato. Exijamos al gobierno que deje de jugar con la vida de los argentinos y tome medidas reales para frenar la inflación y la pobreza. No se puede construir una Argentina libre ni próspera sobre el hambre, el engaño y la miseria.