Se cayó Ficha Limpia: un intento burdo de proscripción que terminó en papelón institucional

El Senado rechazó el proyecto de “Ficha Limpia” por un solo voto y estalló la interna libertaria. Lejos de ser una ley por la transparencia, fue un intento burdo de proscribir a Cristina Fernández de Kirchner. Hasta Tenembaum reconoció que era un proyecto mentiroso. Tras el fracaso, Milei, Adorni y Lospennato se cruzaron públicamente, y esta última incluso admitió que el gobierno negocia leyes con fondos del Tesoro. Un escándalo que expone la hipocresía y el odio como único motor político del oficialismo.

POLITICA NACIONAL

Por Julián Pereyra

5/9/20254 min read

La mentira tiene patas cortas. Y cuando esa mentira se disfraza de cruzada moral, pero huele a operación de impunidad selectiva y persecución política, más temprano que tarde se cae por su propio peso. Eso fue lo que ocurrió en el Senado de la Nación, donde por un solo voto fracasó el intento del oficialismo y sus aliados del PRO de convertir en ley el proyecto de "Ficha Limpia". Una iniciativa que no buscaba, como decían, “limpiar la política”, sino ensuciar el proceso democrático con una maniobra de proscripción directa contra Cristina Fernández de Kirchner.

No se trataba de una ley por la transparencia, sino de una jugada a medida. La redacción era clara: inhabilitación para cargos electivos nacionales en caso de condena confirmada en segunda instancia, 180 días antes de la elección. ¿Casualidad? Ninguna. La norma apuntaba exclusivamente a CFK, cuya sentencia por la causa Vialidad está siendo apelada y que —aunque aún no confirmó su candidatura— representa un fantasma que el oficialismo no puede tolerar. Porque no les preocupa la corrupción, les aterra el peronismo.

Hasta Ernesto Tenembaum, periodista crítico histórico del kirchnerismo y autor de un libro de más de 400 páginas contra Cristina, lo admitió sin rodeos. Dijo que “el proyecto era una trampa para evitar que compita”, y que “la ley Ficha Limpia, con nombre cool, encubría una porquería jurídica y política”. Cuando hasta tus detractores se te plantan, es porque la opereta es demasiado burda.

La votación terminó 36 a 35. Un solo voto le faltó al gobierno de Javier Milei y al PRO para cumplir su fantasía de proscribir a la principal dirigente opositora de las últimas dos décadas. Pero no lo consiguieron. Y lo más revelador no fue la caída del proyecto, sino el espectáculo patético que vino después: libertarios y macristas cruzándose acusaciones, sacándose los trapitos al sol, mostrando que su alianza no se basa en valores ni programas, sino en el odio común a una figura política que no logran derrotar en las urnas.

Ezequiel Atauche, jefe del bloque de La Libertad Avanza en el Senado, disparó contra los misioneros Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, quienes votaron en contra: “La casta misionera fue responsable de la derrota”. Manuel Adorni, vocero presidencial, acusó al PRO por no garantizar los votos. Javier Milei, fiel a su estilo, no tardó en victimizarse y responsabilizar a “los senadores que priorizaron sus intereses partidarios por sobre el pueblo”. Es decir: cuando no les sale una, la culpa siempre es de otro.

Silvia Lospennato, autora de uno de los proyectos base, también expresó su indignación. Pero lo más impactante fue lo que reveló: que el gobierno usa fondos del Tesoro Nacional para negociar leyes en el Congreso. Literal. “Si el gobierno reparte plata del Tesoro para negociar leyes, como mínimo no pueden hacerse los sorprendidos cuando no les salen”, dijo. Así, de manera brutal y sin anestesia, dejó al desnudo el verdadero funcionamiento de la “casta” que supuestamente venían a combatir. Lo que antes se llamaba rosca, ahora se llama transferencia directa de fondos públicos.

Entonces, si los libertarios usan la plata de todos para apretar, comprar o negociar votos en el Congreso, ¿por qué el pueblo debería seguir enviándoles esos fondos? ¿Con qué autoridad moral pueden hablar de transparencia si operan como una corporación mafiosa que busca manipular la voluntad popular con chantaje institucional?

El episodio no solo dejó en evidencia la hipocresía del oficialismo, sino también su desesperación. Mientras se caía el proyecto, Unión por la Patria proponía interpelar a Karina Milei y a Luis “Toto” Caputo por el escándalo cripto del caso $LIBRA. También pidieron citar al ministro de Defensa por el caso Brisa Páez, la joven en coma tras una práctica represiva. ¿Qué hicieron los campeones de la república? Bloquearon los pedidos. Transparencia sí, pero sólo cuando conviene.

“Ficha Limpia es la culminación de un método mafioso de proscripción de dirigentes”, dijo Wado de Pedro en el recinto. “Antes tocaban las puertas de los cuarteles, ahora tocan las puertas de los juzgados”. Y tenía razón. Este intento legislativo fue parte de una estrategia más amplia: judicializar la política, perseguir a los opositores con causas armadas, blindar al gobierno actual de cualquier control y quedarse con el escenario electoral a fuerza de exclusión.

Lo más irónico es que mientras hablaban de "impedir que los corruptos se presenten", varios de los que defendían la ley están involucrados o callan frente a escándalos como el de los contratos truchos en el PAMI, los negociados con alimentos, o la trama de corrupción detrás del caso $LIBRA que salpica al propio Milei. Como bien dijo la senadora Sagasti: “Esto no tiene nada de limpio”.

El fracaso de Ficha Limpia no fue una derrota de la transparencia. Fue un triunfo de la democracia frente al intento de manipularla. Porque la democracia no se defiende excluyendo, se defiende permitiendo que el pueblo elija a quién votar. Y si ese pueblo decide votar a Cristina, a Milei o a quien sea, deberá ser en las urnas, no con trampas legislativas, ni con medios alquilados, ni con operaciones judiciales.

La Argentina ya sufrió bastante con proscripciones. No hace falta repetir esa historia con otro envoltorio. La verdadera ficha limpia es la del voto popular. Y esa, por suerte, todavía no la pudieron ensuciar.