“Vamos a vender hasta el último dólar”: Caputo dinamita el plan económico y el BCRA arde en plena corrida
Luis “Toto” Caputo desató la tormenta con su frase: “Vamos a vender hasta el último dólar en el techo de la banda”. En apenas 48 horas, el Banco Central quemó más de 400 millones de las reservas del FMI sin frenar la corrida, mientras el Riesgo País explota y los bonos se derrumban. El plan Milei–Caputo ya está dinamitado: un gobierno que se dice liberal, pero que vende dólares a mansalva para sostener un esquema insostenible.
POLITICA NACIONAL
Por Camila Domínguez
9/19/20253 min read


El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, lo dijo sin despeinarse: “Vamos a vender hasta el último dólar en el techo de la banda”. Y no, no fue un furcio. Fue la confesión brutal de un gobierno que parece dispuesto a dinamitar el país con tal de sostener un plan económico que ya naufragó en menos de dos años.
En apenas 48 horas, el Banco Central se desprendió de más de 400 millones de dólares del acuerdo con el FMI. Billetes que se esfuman mientras la corrida cambiaria se acelera, el Riesgo País trepa sin freno y los bonos argentinos se derrumban como castillo de naipes. La motosierra no solo corta presupuestos sociales: ahora también corta las reservas del país.
Milei y Caputo prometieron “ordenar la macro”, alcanzar el equilibrio fiscal y dejar atrás las viejas mañas de la política. Lo que tenemos hoy es exactamente lo contrario: un gobierno que improvisa, que corre detrás del dólar como un perro persiguiendo su propia cola y que cree que vaciar el Banco Central es sinónimo de “confianza”.
La realidad es tozuda: el plan económico está dinamitado. Los números no cierran, la inflación no cede al ritmo prometido, la recesión se profundiza y la “confianza” de los mercados brilla por su ausencia. El único “orden” que ofrecen es el del ajuste brutal sobre jubilados, estudiantes, hospitales y provincias.
El BCRA en llamas
Lo de Caputo suena a chiste cruel: “vender hasta el último dólar”. Pero es la descripción más honesta del rumbo elegido. El Banco Central ya no logra frenar la corrida y el colchón de divisas que envió el Fondo Monetario empieza a diluirse a velocidad récord.
En este esquema, la economía argentina parece un auto sin frenos en bajada: quema reservas para evitar un salto cambiario, mientras las expectativas devaluatorias crecen cada día. Lo que se vende no es estabilidad: es tiempo. Y el tiempo se agota.
Los que empiezan a marcarle la cancha
Caputo puede hacerse el audaz en conferencia, pero del otro lado de la mesa ya no lo escuchan con la misma paciencia. Empresarios, que hasta hace poco le daban aire, ahora piden un “cambio de rumbo” para evitar que la recesión los arrastre. Y el propio FMI, siempre cuidadoso en las formas, empieza a mostrar fastidio por el festival de reservas que organizó el Palacio de Hacienda.
Si hasta el Fondo, especialista en ajustes salvajes, le dice al gobierno que está yendo demasiado lejos, imagínese el nivel de descalabro.
El gobierno de Milei se vende como el paladín del liberalismo. Pero lo cierto es que pocas cosas hay menos liberales que un Banco Central rifando dólares a mansalva para sostener un esquema cambiario insostenible.
Mientras tanto, la motosierra sigue siendo bandera, aunque el único resultado visible es una economía en recesión, con salarios pulverizados y un país que asoma al borde del default. El “equilibrio fiscal” se convirtió en un mantra vacío, una excusa para castigar a la sociedad mientras se queman reservas como si fueran fuegos artificiales.
“Riesgo Javo”
El oficialismo, con su manual de respuestas automáticas, suele hablar del “riesgo kuka” cada vez que algo sale mal. Pero lo que hoy sacude a la economía argentina no tiene nada que ver con el kirchnerismo: es “riesgo Javo”, puro y duro. Es el precio de la improvisación, del dogmatismo y de la obsesión por sostener un plan que hace agua por todos lados.
La frase de Caputo no fue un error ni un malentendido. Fue la confesión de un gobierno desesperado, dispuesto a vender hasta el último dólar, literalmente, para sostener una ficción. No es una promesa de estabilidad: es la aceptación de que el plan fracasó y de que solo queda dinamitar lo poco que queda en pie.
La Argentina no está frente a un “riesgo kuka”. Está frente al verdadero fantasma que desvela a los mercados, a las provincias y a la gente común: el riesgo Javo, la bomba de tiempo que Milei y Caputo prendieron y que cada día hace más ruido.