Volvió el CEPO: promesas rotas, parches viejos y la economía cada vez más frágil
El Gobierno libertario reinstaló el cepo al dólar, contradiciendo otra de las promesas de campaña de Milei. Mientras Caputo insiste en que “no es cepo, apenas un kiosquito”, la realidad muestra bonos en caída, el dólar disparado y el riesgo país en alza. La motosierra prometía libertad, pero entregó más restricciones y parches de siempre.
POLITICA NACIONAL
Por Julián Pereyra
9/27/20253 min read


El Gobierno libertario lo volvió a hacer: dijo una cosa en campaña y ahora hace exactamente lo contrario. Javier Milei, el mismo que se llenó la boca asegurando que iba a dinamitar el cepo al dólar porque “los mercados se arreglan solos”, terminó reimplantando una restricción cruzada para ahorristas. En criollo: si compras dólares al oficial, no podes operar en el MEP durante 90 días. El famoso “fin del cepo” terminó siendo un revival clásico de la Argentina que el mileísmo juraba exorcizar.
Y claro, la explicación oficial raya el absurdo. Luis “Toto” Caputo salió a dar la cara y, con la desfachatez que lo caracteriza, aseguró que no se trata de un cepo, sino de cortar “un kiosquito de 20 personas”. Una medida tan menor, según él, que bastó para desplomar bonos, disparar el dólar financiero y empujar otra vez al alza el riesgo país. Si esto es apenas un kiosco, ¿Qué queda cuando se trate de un shopping entero?
El problema es que no se trata solo de una medida puntual, sino de una confesión encubierta: el modelo de la motosierra, que prometía orden y dólares entrando a mansalva, está dejando una economía frágil, con reservas que se evaporan y expectativas devaluatorias a flor de piel. Milei pasó meses declamando que no iba a intervenir, que los controles eran “kirchneristas” y que él venía a liberar la economía. Pero apenas la presión cambiaria se hizo insoportable, apeló al mismo manual heterodoxo que criticaba con desprecio.
Encima, el timing fue de antología: en la misma semana en que el Gobierno le regaló a las cerealeras 1600 millones de dólares en 72 horas al eliminar fugazmente las retenciones, Caputo decidió cortar el juego a los pequeños ahorristas. Para los grandes jugadores, alfombra roja. Para la clase media que apenas busca ahorrar, palo y cepo. Una coherencia impecable en la lógica libertaria de castigar a los de abajo mientras se les sonríe a los de arriba.
Lo más insólito es el intento de maquillar lo evidente. Caputo insiste en que esto “favorece a los argentinos” y que solo busca recomponer reservas. Como si el ciudadano de a pie no notara que su margen de maniobra se achica cada día más, mientras los dólares siguen yéndose por la canaleta del carry trade y las especulaciones financieras que el propio Gobierno alentó. Pero claro, ahora resulta que todo se resuelve con la metáfora de un kiosquito.
La city no compró el relato: acciones en rojo, bonos en caída, dólar MEP saltando 3,7%, contado con liquidación trepando casi 5%, y el riesgo país cruzando otra vez la barrera de los 1050 puntos. Todo eso porque, supuestamente, “eran 20 personas” haciendo un rulo. La distancia entre el discurso oficial y la realidad económica ya es un chiste de mal gusto.
Al final, lo que queda claro es que el mileísmo, que se presentó como el abanderado de la pureza ideológica y la coherencia liberal, terminó recurriendo a lo mismo de siempre: controles de capitales, parches improvisados y una buena dosis de relato para disimular el bochorno. La motosierra prometía libertad, pero entregó más restricciones.
Milei prometió dinamitar el cepo, y lo único que dinamitó fue su credibilidad. Otra promesa rota para la colección, otro capítulo en la saga de improvisaciones que este gobierno insiste en vender como plan económico. El “liberalismo” de fantasía se derrite al primer sacudón del mercado, y lo que aparece, una vez más, es la Argentina de siempre: con cepo, con parches y con un ministro de Economía explicando que todo está bajo control mientras se prende fuego el kiosquito.