Zohran Mamdani, el “peronista de Queens” que conquistó Nueva York

Zohran Mamdani hizo historia al convertirse en el nuevo alcalde de Nueva York: Con 34 años, derrotó a Andrew Cuomo y Curtis Sliwa en una elección récord, impulsado por una campaña viral que prometía “una ciudad para la gente trabajadora”. Su triunfo desató la furia de Donald Trump —que lo tildó de “lunático comunista” y amenazó con cortarle fondos a la ciudad. Con propuestas audaces como universidad gratuita, transporte público sin costo y un salario mínimo de 30 dólares la hora, Mamdani propone un modelo de ciudad que desafía al poder financiero y devuelve la esperanza a una generación cansada de que vivir en Nueva York sea un privilegio y no un derecho.

POLITICA NACIONAL

Por Camila Domínguez

11/6/20254 min read

En una elección que ya se describe como histórica en la política estadounidense, Zohran Mamdani, demócrata socialista de 34 años, hijo de inmigrantes ugandeses de origen indio y exrapero conocido como Mr. Cardamom, se convirtió en el nuevo alcalde de Nueva York. Con su victoria, Mamdani no solo rompe varios récords —es el primer alcalde musulmán de la ciudad y el más joven en más de un siglo—, sino que también redefine el mapa político de la capital económica del mundo.

Su triunfo fue contundente: obtuvo el 50% de los votos, superando al independiente Andrew Cuomo (exgobernador de Nueva York) y al republicano Curtis Sliwa, en una elección con récord de participación, donde más de dos millones de neoyorquinos acudieron a las urnas. No fue casualidad: su campaña, viral en redes sociales y centrada en lo que llamó “la crisis de asequibilidad”, logró conectar con una ciudad ahogada por el costo de vida, el alquiler y los salarios que no alcanzan.

Queremos una ciudad para la gente que la hace funcionar, no solo para los que la compran”, fue una de las frases más compartidas del nuevo alcalde durante la campaña. Su perfil de político joven, con discurso fresco y un claro sentido de justicia social, logró lo que parecía impensado: unir a trabajadores precarizados, jóvenes endeudados y comunidades migrantes bajo una misma bandera progresista.

El enemigo perfecto para Trump

La reacción desde la derecha no se hizo esperar. Donald Trump, que ya había convertido a Mamdani en su chivo expiatorio favorito durante la campaña, redobló los ataques apenas se confirmó su victoria. Lo llamó “lunático comunista al 100%”, “judío odiante” y una “amenaza para América”. Incluso llegó a sugerir —sin ningún fundamento— que debía ser deportado, a pesar de que Mamdani es ciudadano estadounidense naturalizado desde hace más de una década.

Desde su búnker en Mar-a-Lago, Trump prometió “cortar fondos federales a Nueva York”, “enviar la Guardia Nacional si es necesario” y “evitar que el comunismo destruya la ciudad”. Para muchos analistas, el expresidente encontró en Mamdani un “foil” perfecto: un líder progresista, musulmán y abiertamente anticapitalista, ideal para agitar a su base conservadora y racista en un año electoral cargado de polarización.

No se trata de mí”, respondió Mamdani en su primera conferencia de prensa tras el triunfo. “Se trata de la ciudad que Trump abandonó y que nosotros queremos reconstruir”.

El escándalo del “peronista americano”

Pero el episodio más curioso vino por otro lado. Después del triunfo, Scott Bessent, secretario del Tesoro y fiel aliado de Trump, lo calificó como “el peronista americano”, intentando desprestigiarlo al asociarlo con políticas “populistas de izquierda” y con la “quiebra argentina”.

La respuesta fue inmediata —y, en muchos casos, festiva— desde este lado del continente. En redes sociales, los peronistas argentinos convirtieron el apodo en una medalla de honor, con mensajes como “Es lindo que el peronismo gane aunque sea en Manhattan”, acompañados de videos de Times Square musicalizados con la Marcha Peronista. Otros ironizaron: “Mientras Milei ajusta, un peronista conquista Nueva York” o “Milei invade Manhattan vía fondos federales”.

Lejos de negar su ideología, Mamdani fue claro: “Soy socialista democrático, no peronista ni comunista. Pero si defender el derecho a la vivienda, a la salud y al trabajo digno me hace peronista… bueno, que así sea”.

Un plan para “una ciudad para la gente trabajadora”

El programa de gobierno de Mamdani fue definido por la prensa neoyorquina como “el más ambicioso en décadas”. Inspirado en modelos europeos y latinoamericanos, propone un cambio estructural que desafía directamente al statu quo financiero y al poder corporativo que domina Manhattan.

Entre sus medidas más resonantes se destacan:

  • Universidad gratuita en todo el sistema público CUNY.

  • Impuesto a la riqueza para los multimillonarios residentes en la ciudad.

  • Creación de un fondo soberano municipal para financiar energías renovables.

  • Departamento de seguridad comunitaria con enfoque en salud mental.

  • Construcción de 200.000 viviendas sociales, financiadas con impuestos a las grandes fortunas.

  • Supermercados comunitarios de propiedad municipal con alimentos asequibles.

  • Salario mínimo de 30 dólares la hora.

  • Cuidado infantil gratuito hasta los 5 años.

  • Transporte público gratuito en toda la ciudad.

  • Prohibición de Airbnb y límites estrictos a los aumentos de alquileres.

  • Reducción del gasto policial y reasignación de fondos a programas de salud mental y lucha contra la pobreza.

Para muchos observadores, se trata de una agenda que redefine el progresismo norteamericano, más cercano al de figuras como Bernie Sanders o Alexandria Ocasio-Cortez —con quien Mamdani mantiene una estrecha relación política— que al del Partido Demócrata tradicional.

Un nuevo aire en la política norteamericana

Mamdani no llega desde los pasillos del poder, sino desde las calles de Queens, donde militó en campañas de vivienda y justicia racial, y donde su historia personal —hijo de inmigrantes, exDJ, exrapero, trabajador comunitario— se volvió su mayor fortaleza.

Su victoria representa algo más profundo que un cambio de signo político: marca el ascenso de una generación que se cansó del cinismo y la desigualdad estructural. Es el triunfo de un mensaje simple pero poderoso: que la ciudad más rica del mundo puede y debe ser habitable para quienes la hacen funcionar todos los días.

En un contexto global donde las derechas resurgen con fuerza y los discursos del odio vuelven a ganar espacio, la elección de Mamdani aparece como una rareza luminosa: un intento de recuperar el sentido original de la política como herramienta de transformación social.

El camino que tiene por delante no será fácil. Las presiones del capital inmobiliario, los medios conservadores y el propio Partido Demócrata ya preparan la artillería para frenar sus reformas. Pero Mamdani lo sabe. “No llegamos hasta acá para administrar el desastre, llegamos para cambiarlo”, repitió en su discurso de victoria, con una multitud coreando su nombre frente al Ayuntamiento.

Y quizás lo más irónico de todo sea que, mientras el trumpismo intenta demonizarlo con la palabra “peronista”, en Buenos Aires los memes celebran su triunfo con bombos, choripanes y la bandera celeste y blanca flameando en Times Square.

Porque, al final del día, el nuevo alcalde de Nueva York encarna algo que trasciende fronteras: la esperanza de que otra política —más justa, más humana, más popular— todavía es posible.